El ministro Góngora
Ramón Zurita Sahagún lunes 1, Jul 2013De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Durante décadas la Suprema Corte de Justicia de la Nación fue refugio de políticos, los que cansados o hartos de pasar de una dependencia a otra o de un escaño a una curul, encontraron un remanso de paz a sus actividades.
La Corte era considerada como el cementerio de los elefantes, hasta que se decidió darle una sacudida y otorgarle el papel que le corresponde dentro de un Estado que, como el mexicano, decidió entrar en la modernidad de la democracia.
Desde entonces no han pasado más allá de cuatro lustros y por esa instancia han pasado abogados de gran prestigio y honorabilidad. La Suprema Corte recuperó el lustre perdido durante décadas de amorcillamiento, dando credibilidad al sistema de justicia mexicano, mediante resoluciones históricas.
Por eso resulta sorprendente ver el derrumbe de uno de los pilares, que contribuyó en gran forma a darle solidez a uno de los tres poderes de la Unión y que a su paso por la Corte se ganó fama de juzgador honorable.
Genaro David Góngora Pimentel, el hombre pulcro, honesto, sólido, transparente, dejó en claro que no lo era tanto, como se presumió o como quiso aparentar en su paso por la presidencia de la Corte y en su actuación como ministro.
El juzgador honorable, el hombre que manejaba la ley sin recurrir a chicanas, dejó ver en unas cuantas semanas su verdadero rostro, el de abogado convenenciero y el de burócrata aprovechado, que se valió de los cargos que ostentó para beneficiar a sus cercanos.
Góngora Pimentel, el hombre de la doble moral, fue demandado, por segunda ocasión, por falta de pensión para sus propios hijos, los que procreó con mujeres diferentes.
Las historias del ministro Góngora lo desenmascaran y lo exhiben como un simple aprovechado de los cargos públicos y un hombre medroso, avaricioso y sin sentimientos paternales.
Genaro David fue un personaje, aparentemente, apacible en su vida publica, casado y sin hijos, durante varias décadas.
Sin embargo, el poder obtenido a raíz de su designación como ministro de la Corte y presidente de la misma, después, durante dos períodos, modificó su actuar. Hacia fuera, el ministro Góngora parecía el mismo, una vida sedentaria, sin exhibición pública, ni mostrarse al lado de los políticos de moda, actrices o deportistas como hacen otros.
No, Góngora continuaba con su vida normal, aunque dentro de la Corte se sabía de sus deslices y de sus abusos del poder para favorecer a sus conquistas.
Dos de ellas, Rosalba Becerril y Ana María Orozco, sostenían relaciones sentimentales con el honorable ministro Góngora Pimentel y a cambio de ello, recibían ascensos dentro de sus carreras dentro de la propia Corte que, para entonces, ya presidía su amante.
Más de diez años duró la relación sentimental entre Genaro y Rosalba, tiempo en que procrearon dos hijos y Rosalba alcanzó el nombramiento de magistrada.
Su actuación no fue la correcta, por lo que prefirió renunciar, antes de ser procesada por una serie de incorrecciones como magistrada, cargo que alcanzó por las influencias de su entonces pareja.
Paralelamente a la relación sentimental que sostenía con la magistrada, Góngora inició otra con Ana María Orozco, una asistente de su propia oficina, con la que también tuvo dos hijos.
Al igual que sucedió con la magistrada, Góngora Pimentel practicó el tráfico de influencias con su nueva pareja sentimental, a la que también benefició con ascensos.
Pero la historia del ex presidente de la Corte no estaría completa si no hubiese ejercido todo el poder de la ley y de sus influencias en contra de una de sus parejas (Ana María), a la que refundió en la cárcel, para evitar darle la pensión correspondiente a sus hijos.
Se conoció que los hijos de Góngora y Ana María son autistas y el “honorable” les niega una pensión digna, por considerar que no requieren de juegos, diversión o de una vida normal.
Fue ahí donde saltó a la luz pública la verdadera personalidad del gran juzgador, del abogado que aplicó la ley a consciencia y que ahora provoca grandes dudas sobre su pasado como ministro.
El ministro honesto, de gran honorabilidad y aplicador da la ley, sin distingo, enfrenta también el juicio por pensión alimenticia para los dos hijos procreados con Rosalba Becerril, la que demanda $50 mil pesos mensuales, para sus hijos de 17 y 7 años, respectivamente.
Genaro Góngora es ahora un ministro de la Corte en retiro, con una jubilación superior a los 350 mil pesos mensuales, tiene salario como maestro de tiempo completo de la UNAM y genera ingresos por una serie de textos publicados, pero era además de todo un ejemplo para los aplicadores de la ley, cuya figura se derrumbó y mostró que, como establece el dicho, a la vejez viruela.
PUEBLA EN EL AIRE
La alcaldía de Puebla se mantiene como una plaza sumamente disputada entre los dos principales aspirantes al triunfo el panista Antonio (Tony) Gali Fayad y el priísta Enrique Agüera Ibáñez. Las encuestas dan ventaja a uno y otro, dependiendo de la casa encuestadora, aunque permea en el ambiente un tufo similar al de 2010, cuando el priísta Javier López Zavala era favorito en las encuestas hasta por 10 puntos, todavía unos días antes de los comicios y, al final, el ganador fue Rafael Moreno Valle, por más de cinco puntos.
Los cierres de campaña de Gali Fayad y de Agüera Ibáñez, resultaron concentraciones multitudinarias, aunque habrá que esperar si estos mismos asistentes son capaces de concurrir a las urnas y darle la victoria a su candidato.