La necia violencia
¬ Juan Manuel Magaña martes 5, Nov 2013Política Spot
Juan Manuel Magaña
Es sumamente lamentable que hayan tenido que llegar 40 unidades de la Policía Federal a la casa episcopal, aledaña a la catedral de la Inmaculada Concepción de Apatzingán, para sacar al obispo, Miguel Patiño, porque alguna de las mafias ya iba por él.
Y claro, hubiera sido más lamentable aun que ese ejército no hubiera acudido en su rescate. Pero el hecho ilustra claramente lo que le puede suceder a alguien que allá quiere luchar contra esa terrible realidad con las armas desnudas de la información y la verdad.
Y no sólo allá, en Michoacán. También resulta lamentable que a una alcaldesa como la de Matamoros, Tamaulipas, Norma Leticia Salazar, no le quedara de otra más que hacerle llamados a su población a no salir de sus hogares debido a… informes de autoridades federales sobre la presencia de hombres armados.
Un auténtico ¡sálvese quien pueda!, que ilustra la impotencia y el desamparo en medio de la nada. Así lo describió ella: “Información de acuerdo a Marina, a la Sedena y de la PFP, nos reportan que hace unos minutos estaban entrando algunos vehículos de grupos armados a la ciudad por un enfrentamiento que al parecer es entre ellos mismos”.
Y eso que apenas el jueves pasado el procurador general de la República, Jesús Murillo Karam, sostuvo que el gobierno federal había rescatado ya a Michoacán y recobrado el control territorial “que estuvo bajo el poder del crimen organizado”.
Pero del jueves al lunes, vino el revés. Incluso Murillo había sido enfático al insistir en que el gobierno federal rescató a Michoacán, estado “en el que se había perdido, incluso, el control territorial y que nosotros rescatamos ya y eso puede verlo cualquiera que llegue a Michoacán”.
“Hoy —dijo ese jueves- puede usted circular por las carreteras de Michoacán, lo que no se podía hacer; (eso) ha generado, precisamente, un tipo de respuesta de esta naturaleza que tiene que darse de manera escondida (hablaba de los atentados recientes a la CFE), que tiene que darse de forma vandálica como se ha venido dando”.
¿Qué pudo haber pasado del jueves al lunes para que la situación diera un vuelco en Michoacán?
Y es que no sólo está lo de Apatzingán, ayer además el vocero del Gabinete de Seguridad del gobierno federal, Eduardo Sánchez, anunció que las secretarías de Marina y de la Defensa Nacional tomaban prácticamente el puerto y la policía de Lázaro Cárdenas.
Así de cambiante está la cosa. La semana pasada decíamos aquí que “en el caso de Michoacán es interesante ver cómo la iglesia católica se ha despojado de su pasividad, para jugar un papel más expuesto, de crítica y denuncia de la situación criminal. En todos estos años de descomposición del país, ha sido notorio el retraimiento (culpable dirían algunos) de esa fuerza social frente a un problema que amenaza con devorar a la nación”.
Por eso decíamos que era interesante ver no sólo que el obispo de Apatzingán, Miguel Patiño Velázquez, haya decidido hacer pública su versión de lo que ocurre en Michoacán, sino también que la Conferencia del Episcopado Mexicano haya decidido respaldarle, al grado de difundir su preocupación por la vida del sacerdote.
Patiño había escrito: “El Estado de Michoacán tiene todas las características de un Estado fallido. Los grupos criminales: Familia Michoacana, Zetas, Nueva Generación y Caballeros Templarios, principalmente, se lo disputan como si fuera un botín.
“La Costa: para la entrada de la droga y los insumos para la producción de las drogas sintéticas; la Sierra Madre del Sur y la zona aguacatera: para el cultivo de mariguana y amapola, el establecimiento de laboratorios para la producción de drogas sintéticas y refugio de los grupos criminLas ciudades más importantes y todo el estado: para el trasiego y comercio de la droga, venta de seguridad (cuotas), secuestros, robos y toda clase de extorsión”. Es obvio que el sacerdote sabe demasiado. Y eso es muy peligroso allá. Saber la verdad y decirla. Y si en Matamoros está la autoridad federal, según la descripción de la alcaldesa, ¿entonces qué espera para actuar?