La reelección
Augusto Corro martes 10, Dic 2013Punto por punto
Augusto Corro
De acuerdo con las nuevas leyes políticas y electorales, los senadores, diputados y alcaldes podrán reelegirse para el mismo cargo. Esta reforma no incluye al Presidente de la Republica ni a los gobernadores.
La reelección será limitada: diputados con opción a tres oportunidades para sumar doce años, y senadores sólo una vez.
En el caso de los alcaldes se les permitirá reelegirse por dos periodos más. ¿De qué tratan las “nuevas” leyes? Suponemos que de legalizar lo que tradicionalmente ha sucedido en los partidos políticos.
De hecho, es una lista larga de políticos que se han desempeñado como senadores o diputados, en una ambición por el poder sin límites. Son los trapecistas de la política, que saltan de cargo en cargo o de los insaciables que, una vez que fungieron como gobernadores, no sueltan el hueso y se conforman con una curul en espera de mejores tiempos.
Las reformas no incluyeron a esos trapecistas que monopolizan los puestos políticos.
Nada nuevo bajo el sol: los políticos ya podrán, sin rubor alguno, buscar la reelección, que, como señalamos, siempre se ha practicado, aunque no progresivamente. Por ejemplo, se esperaba un tiempo prudente para que un diputado regresara a la cámara. Ahora ya lo podrán hacer sin mayor problema. Claro, con el “apoyo” del voto ciudadano. En fin, se trata de reformas que reconfirman los beneficios que disfrutarán los políticos, aprobados por la representación legislativa.
A todo esto debió añadirse una ley que obligara a senadores, diputados y alcaldes a rendir cuentas de los resultados como representantes populares.
Principalmente, los presidentes municipales que no se conforman con saquear al erario y vuelven otra vez al poder para repetir su misma conducta depredadora: gobiernan mal, pero saquean muy bien el tesoro público.
Allá de vez en cuando se sabe de algún presidente municipal que es juzgado por ratero y enviado a la cárcel. No es común.
En esos comentarios esporádicos sobre política que hace la Iglesia católica, nos llamó la atención uno que trata sobre la reelección de diputados, senadores y ediles, a la que calificó como una pesadilla.
Su aprobación “es un obsequio prenavideño” dentro de la clase política: un producto de intercambio de favores.
Ni hablar: en México se vive en el “gatopardismo”: todo cambia para que todo siga igual. La reelección se ha practicado a escondidas. Hoy ya tiene la autorización oficial.
Por cierto, las leyes reformadas están más exigentes con los partidos políticos pequeños. Se les complica su posibilidad de subsistencia, pues para mantener el registro y continuar con representación en el Congreso deberán conseguir el 3 por ciento de la votación, en vez del 2.
Entre otros temas intocables en las nuevas leyes se encuentra el subsidio a los partidos políticos que recibirán carretadas de dinero para utilizarlo como mejor les convenga.
En lo general, dichas leyes poco aportarán a la democracia, pues se continuará con los mismos vicios que marcan las élites políticas para mantenerse en el poder.
Lo que más llamó la atención fue ese galimatías del Instituto Nacional Electoral (INE) que sustituirá al Instituto Federal Electoral (IFE).
¿Cuánto costará cambiarle la piel al lobo? Posiblemente una millonada. Ya estamos acostumbrados a ver que el poder político hace lo que le viene en gana.
En teoría, las nuevas leyes son un ejemplo de avance democrático. Lo que no se tomó en cuenta es lo costosísimo de la democracia en México, que es una de las más caras del mundo.
¿Hay formas de reducir el costo económico de la democracia? Sin duda. Sólo que aquellos que pueden hacerlo son los primeros en evitarlo. Por cierto, ¿cuándo se va a reducir el número de diputados? Son muchos los que reciben abundantes sumas de dinero por el único esfuerzo de levantar la mano.