Bill Gates: el futuro es como el DF
¬ Juan Manuel Magaña jueves 23, Ene 2014Política Spot
Juan Manuel Magaña
Aunque dice que aún hay más de mil millones de personas que viven en extrema pobreza y por ello “no tenemos todavía motivos para festejar”, el hombre más rico del mundo -Bill Gates- tiene el suficiente optimismo para creer que en 2035 apenas habrá países pobres en el mundo.
Si nos ponemos igual de optimistas, habrá que imaginar que para ese entonces México (si es que sigue siendo un país o no) dejará de producir pobres, como hasta ahora, porque estará poblado de multinacionales de todo tipo, entre ellas las petroleras, una gran corporación de las drogas y será una zona enorme con abundante mano de obra ocupada, que cesará de expulsar migrantes ilegales hacia la potencia del norte, aunque no logre librarse del todo del comercio informal. Si no, ¿de qué otra manera?
El multimillonario estadunidense hizo su predicción, basado en lo que para él son progresos en la lucha del mundo contra la pobreza extrema, que se han logrado en las últimas décadas. Según él, la pobreza extrema ha pasado en pocas décadas del 35% al 15% de la población mundial, por lo que dice que “es más importante que nunca medir los resultados y explicar las buenas noticias”.
Considera que ese objetivo es “absolutamente” factible, y señala especialmente el progreso en Latinoamérica, donde cree que en dos décadas puede no haber países pobres, con la sola posible excepción de Haití.
El ahora filántropo divulgó ayer la carta anual de la Fundación Bill y Melinda Gates, en la que imagina el futuro de muchos lugares del mundo -esto lo infiero yo- a algo parecido con la ciudad de México. Gates dice: “Los cambios urbanos generados en la ciudad de México en los últimos 17 años son un ‘milagro’, pues en la actualidad cuenta con más y mejores servicios”.
Al hacer un llamado a desterrar los mitos de la pobreza, destaca que los hogares de la capital mexicana pasaron de no contar con agua corriente a una ciudad con rascacielos, carreteras nuevas y puentes modernos. Asegura incluso que el Distrito Federal ha experimentado un cambio impresionante y hoy el aire es tan limpio como en Los Ángeles, California, en Estados Unidos.
El fundador de Microsoft admite, claro, que aunque todavía quedan barrios y zonas de pobreza, en general, cuando visita el país, piensa: “caray, la mayor parte de la gente que vive aquí es de clase media, menudo milagro”.
Por eso, Gates opina que los países pobres no están condenados a seguir siendo pobres, y que incluso algunos de los llamados países en desarrollo ya lo han hecho y otros lo harán pronto. Ya “encarrerado”, prevé que para 2035 casi no habrá ninguna nación pobre en el mundo, pues la mayoría se situará en la franja de los países con ingresos medio-bajos, incluso más ricos.
Decíamos que la carta de Gates rebosa optimismo, pero no abunda en los cómos. Apenas ofrece uno o dos cuando dice que los países seguirán el ejemplo de sus vecinos más productivos y sacarán el máximo partido de innovaciones como las nuevas vacunas, mejores semillas de cultivo y la revolución digital. O cuando intenta desactivar tres mitos muy comunes sobre la ayuda al desarrollo: que los países pobres están condenados a seguir siéndolo; que esa ayuda se desperdicia en mala gestión y corrupción, y que salvar vidas en los países más pobres genera un exceso de población.
No deja de ser interesante lo que dice el hombre más rico del mundo. Pero quién no puede darse el lujo de optimista, teniendo una fortuna valorada en 78,500 millones de dólares y siendo uno entre las 85 personas más ricas del mundo que tienen una fortuna equivalente a todas las posesiones de la mitad de la población más pobre del planeta, según un informe divulgado hace unos días por la ONG Oxfam. El 1% de la población más rica acapara casi la mitad de la riqueza mundial.