Rebasar por la izquierda
¬ Juan Manuel Magaña viernes 11, Abr 2014Política Spot
Juan Manuel Magaña
Los hechos de los últimos años hablan de que nadie mejor que Andrés Manuel López Obrador ha empuñado con firmeza la bandera por la defensa del petróleo contra su posible privatización. La mayor prueba de ello ocurrió en 2008 cuando el “Peje” hizo fracasar en su intento a Felipe Calderón.
Por eso, ayer, con toda naturalidad, López Obrador acudió al Senado a solicitar formalmente que esta instancia legislativa inicie el procedimiento formal para la realización de una consulta ciudadana en torno a la reforma energética durante el proceso electoral del 2015.
Fue acompañado de la escritora Elena Poniatowska; de Martí Batres, dirigente de Morena, de los senadores Manuel Bartlett, David Monreal, Layda Sansores, Mario Delgado y Fernando Mayans. Pero no del PRD, que pretende exactamente lo mismo.
No tardó en saberse que Jesús Zambrano, el dirigente perredista, en cuanto se enteró de que AMLO iría con ese fin al Senado, como por acto reflejo ordenó o pidió (como quiera que se lleven) a su coordinador de diputados, Silvano Aureoles, que presentara ante el panista José González Morfín, presidente de la Cámara de Diputados, su solicitud para realizar idéntica consulta.
Y lo que son las prisas, lo que Silvano Aureoles hizo no fue otra cosa que darle madruguete, pero al coordinador de los senadores perredistas, Miguel Barbosa, quien con razón se molestó y criticó que ese paso no se hubiese dado en conjunto para imprimirle fuerza política.
Lo que refleja este hecho es el estrés de la dirigencia perredista por el nuevo ascenso al escenario de López Obrador y la fuerza que trae detrás con su virtual partido Movimiento Nacional de Regeneración Nacional.
Un estrés que se trasmina hacia los poderosos medios de comunicación malquerientes del “Peje” que ven lo que quieren ver (y querer hacerle ver a la gente lo que ven): un “robo” de López Obrador a los perredistas de “su” idea de consulta ciudadana energética para 2015. Vistas las cosas en perspectiva, mientras la dirigencia perredista se prestaba a que desde el Pacto se le hicieran al país toda clase de reformas y con ello se facilitaran las condiciones para que se diera la energética, en cambio el “Peje” no dejaba de advertir ni un sólo día que la amenaza más grande que de nuevo existía para el país era la privatización petrolera, contra la que había que prepararse.
Cuando la reforma constitucional tocó la puertas del Senado, AMLO era de la idea de consultar ya, urgentemente, a la sociedad y poner cerco a esa cámara, aunque coincidentemente en el clímax de esto último le vino un infarto.
En cambio, la dirigencia perredista prefirió no sólo permitir un proceso legislativo que numéricamente iba a arrollar a sus legisladores (que eso sí “darían mucho debate”); no sólo: también optaba por colgarse de la idea de Cuauhtémoc Cárdenas de mejor consultar a la gente hasta el 2015 cuando con toda probabilidad la reforma constitucional, con todo y la legislación secundaria, sería un hecho consumado. Un cálculo, a todas luces, electorero.
Y fue en este proceso en que la “izquierda” mostró su marcada división: López Obrador por su lado y el PRD por el otro, no obstante los esfuerzos de acercamiento de Cuauhtémoc en medio. Pero ahora viene lo mejor. Lo que queda del PRD (y cada vez quedará menos en la medida en que “Los Chuchos” se quedan con todo) y Morena contrastan ya su fuerza, y todo eso habrá de pasar por el 2015 y por el enorme caudal político que representa la defensa del petróleo.
No hay que olvidar que el 70 por ciento de la sociedad se opone a la privatización, y que eso, no obstante, no se vio reflejado en un Congreso dominado por el PRI, el PAN y bastante fuerza alquilable. AMLO no pudo parar el proceso legislativo de la reforma energética y ahora su pragmatismo le dice que lo que le queda enfrente es la consulta del 2015, pero no la del PRD, “Los Chuchos” y Cuauhtémoc, sino la suya propia. A lo mejor no muestra mucha originalidad pero sí poder para hacerlo, y quizá con ello pruebe cómo se empuña sin soltar una bandera y cómo en realidad se rebasa por la izquierda.