Francisco: perdón tardío e insuficiente
¬ Juan Manuel Magaña lunes 14, Abr 2014Política Spot
Juan Manuel Magaña
En lo que fue considerada una disculpa histórica, es decir, la primera disculpa oficial del Vaticano por los crímenes sexuales de curas, el papa Francisco pidió perdón en nombre de la Iglesia católica, por los abusos cometidos por sacerdotes pederastas.
Incluso, prometió que no habrá marcha atrás en su lucha por castigar a los responsables.
Las preguntas son, ¿será suficiente con pedir perdón?, ¿y Juan Pablo II?
Francisco ya se había tardado un poco. Dos meses y medio atrás, un informe del Comité de los Derechos del Niño, de la Organización de las Naciones Unidas, que preside la noruega Kristen Sandberg, había reclamado duramente al Vaticano no haber tomado medidas contra los religiosos que han abusado de menores, sino forzar a los clérigos a un código de silencio para encubrir a los pederastas dentro de la institución y protegerlos de la acción penal de las autoridades correspondientes.
Sara Oviedo, vicepresidenta de dicho comité, que coincidentemente habló del tema un día antes, el pasado jueves, en el Senado mexicano, llegó a lamentar que aun bajo la batuta del papa Francisco, la Iglesia católica ha tenido una actitud defensiva y omisa ante las recomendaciones de las Naciones Unidas.
Me imagino cuán grande debió ser su sorpresa al enterarse un día después de esta respuesta del papa Francisco: “Me siento interpelado de asumir todo el mal cometido por algunos sacerdotes, bastantes, bastantes en número, aunque no en comparación con la totalidad, de hacerme cargo de pedir perdón personalmente por el daño que causaron al abusar sexualmente de niños”.
El Papa declaró en un contexto apropiado, al recibir una delegación de la Oficina Internacional Católica de la Infancia en el Vaticano. Y ahí dijo que “la Iglesia es consciente de este mal. No queremos dar marcha atrás en lo que se refiere al tratamiento de este problema y a las sanciones que deben ser adoptadas. Al contrario, pienso que debemos ser muy fuertes. ¡Con la vida de los niños no se juega!”.
Lo dicho por el papa Francisco tiene una fuerte implicación en el pasado reciente. Hace ver una gran falta, por omisión -y por decir lo menos-, en la que incurrieron los dos papas que le antecedieron, Juan Pablo II y Benedicto XVI. Dejemos a un lado lo insuficiente, ¿era muy difícil pedir perdón, reconocer el mal y perseguirlo y castigarlo?
Y lo que hace y dice ahora Francisco ocurre en un momento culminante. Él mismo ha decretado que los beatos Juan XXIII y Juan Pablo II sean canonizados, es decir inscritos en el Libro de los Santos, el 27 de abril de 2014, segundo domingo de Pascua, día dedicado a la Divina Misericordia. Pero no serán pocos los que verán en Wojtyla a alguien que encubrió el mal dentro de la iglesia.
Sobre si la actitud de Francisco será suficiente, ya la Red de Sobrevivientes de los Abusados por Sacerdotes (SNAP, por sus siglas en inglés) reaccionó a las palabras del Papa, al señalar que es irresponsable hablar de perdón. Manifestó que las palabras de Francisco deben ser recibidas con cautela.
SNAP dice: “Cuando los niños inocentes ya no sean abusados, cuando los adultos ya no sean engañados, cuando los depredadores astutos ya no estén en las parroquias, cuando los obispos insensibles ya no sean promovidos y cuando las leyes seculares sean reformadas, hasta entonces, hablar de perdón es, en el mejor de los casos, prematuro, y en el peor, una egoísta distracción del verdadero trabajo por hacer: detener las graves agresiones contra los niños”.
Y todo eso se antoja muy difícil de hacer. Y eso hace ver muy solo al papa Francisco. A eso nos referimos al preguntar si es suficiente lo que hace y dice el Pontífice, no para él en lo personal o su perfil mediático, sino para una iglesia carcomida por dentro y con un rostro impresentable por fuera.