Paralelismo
Ramón Zurita Sahagún lunes 8, Sep 2014De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Las recientes reformas constitucionales aprobadas por el Congreso de la Unión provocaron que haya quienes quieren encontrar puntos de comparación entre los sexenios del actual presidente Enrique Peña Nieto y el de Carlos Salinas de Gortari.
Es cierto que hay situaciones parecidas en algunos aspectos, ya que ambos rompieron con algunos mitos, para dar paso a modificaciones de la Constitución que provocaban temor a otros mandatarios y a los propios legisladores.
Claro que los dos, Peña Nieto y Salinas de Gortari, contaron con un gran respaldo por parte de los diputados y senadores de su partido y con la ayuda de los legisladores de otros partidos, para sacar avante estos temas de gran trascendencia.
Desde que las cámaras de Diputados y Senadores ya no son controladas en mayoría absoluta por un solo partido, se hacen más difíciles las reformas constitucionales, las que deben de contar con el respaldo de las dos terceras partes de los legisladores.
Las coincidencias podrán darse en que los dos presidentes de la República que dieron el paso que no se atrevieron otros de sus antecesores es que los dos militan en el mismo partido político (PRI) y decidieron dar el paso, sin tomar en cuenta las fuertes críticas sobre esos temas.
Pero a pesar de que son priístas, la composición de las cámaras fue diferente, ya que Salinas de Gortari contó con 320 diputados que casi hacían las dos terceras partes necesarias para una reforma constitucional en aquella LV Legislatura y Peña Nieto solamente tiene 212 diputados de su partido.
También, en el Senado de la República, la mayoría de priístas era abrumadora en aquella legislatura, mientras que en la actual es la primera minoría.
Sin embargo, ayer como hoy fue fundamental la labor que realizaron los coordinadores de las bancadas priístas en ambas cámaras. Fernando Ortiz Arana en diputados y Emilio M. González en senadores de la LV legislatura.
En la LXII correspondió a Manlio Fabio Beltrones, diputados y Emilio Gamboa, senadores, realizar esas labores.
Pero si en el ya lejano trienio 91-94 contribuyeron también en las partes que apoyaron cada una de sus respectivas bancadas los coordinadores de los diputados panistas, Diego Fernández de Cevallos, y de los perredistas Rosa Albina Garavito.
Ahora, las cosas fueron distintas, ya que los acuerdos se lograron dentro del Pacto por México, donde convergieron los dirigentes nacionales del PRI, César Camacho, PAN, Gustavo E. Madero y PRD, Jesús Zambrano.
Las reformas alcanzadas en el gobierno de Salinas de Gortari fueron, principalmente, en materia agraria y sentaron nuevos métodos de relaciones entre Iglesia-Estado, dando principio al establecimiento de relaciones entre México y el Vaticano, además de concretar el Tratado de Libre Comercio entre México, Estados Unidos y Canadá.
Con Peña Nieto, las reformas van desde la energética, pasando por la educativa, hacendaria y de telecomunicaciones, entre otras.
Otro de los aspectos en que algunos encuentran coincidencias es como tanto Salinas de Gortari como Peña Nieto resolvieron la concentración de poder alcanzado en alguno de los poderosos sindicatos. El gobierno de Salinas actuó en contra de Joaquín Hernández Galicia (“La Quina”) 41 días después de asumir el gobierno federal, mientras que el de Peña hizo lo propio con la dirigente sindical del magisterio Elba Esther Gordillo, antes de cumplir los 90 días de gobierno.
Salinas de Gortari fue quien sacó del ostracismo de la delegación Gustavo A. Madero y puso en el primer nivel político a la propia Elba Esther y la determinación de Peña Nieto fue la que cortó las alas de la profesora.
Pero hay otro punto en que tampoco coinciden los dos mandatarios, ya que Carlos Salinas llegó con la espada desenvainada a Los Pinos y cortó de tajo las administraciones estatales en Baja California, Estado de México y Michoacán, provocando las licencias de los gobernadores de ese entonces.
Xicoténcatl Leyva Mortera (Baja California), Mario Ramón Beteta (Estado de México) y Luis Martínez Villicaña (Michoacán), pagaron la factura de que el candidato presidencial del PRI hubiese perdido las elecciones en sus entidades.
Claro que los tres recibieron un pago menor por ello, ya que fueron incorporados a tareas menores (de las que tenían) en la administración pública federal.
Pero fue después cuando se realizó un recambio de gobernantes, con una serie de movimientos en que se vieron involucrados gobernadores que eran incorporados al gobierno federal, a tareas de partido, por lo que los estados experimentaron con mandatarios que ellos no eligieron en las urnas.
Entre otros movimientos, Fernando Gutiérrez Barrios fue traído desde Veracruz en el inicio del gobierno salinista para ocupar la Secretaría de Gobernación, mismo destino que encontró después José Patrocinio González Garrido para ese mismo sitio, dejando el gobierno de Chiapas. Beatriz Paredes fue traída desde Tlaxcala a pocos meses de concluir con su gobierno, para ocupar la secretaría general del PRI.
Genaro Borrego Estrada dejó el gobierno de Zacatecas, para ocupar la presidencia nacional del Partido Revolucionario Institucional.
Ramón Aguirre Velázquez fue conminado para no asumir el gobierno de Guanajuato, luego de una elección sumamente controversial en que Vicente Fox se declaró ganador, pero los resultados oficiales favorecieron al ex jefe de gobierno del Distrito Federal.
También los comicios de Michoacán y San Luis Potosí fueron sumamente polémicos, por lo que Eduardo Villaseñor y Fausto Zapata Loredo duraron solamente unos días como gobernantes.
Guillermo Cosío Vidaurri hubo de dejar el gobierno de Jalisco, luego de las explosiones en Guadalajara, con decenas de muertos. En eso también hay grandes diferencias, hasta el momento, entre Salinas de Gortari y Peña Nieto.