Dos omisiones atrás de la masacre
¬ Juan Manuel Magaña martes 7, Oct 2014Política Spot
Juan Manuel Magaña
En el flanco perredista del problemón de violencia en Iguala han surgido dos perlas muy reveladoras, de cómo la omisión gubernamental, por decir lo menos, condujo a lo lamentable.
Una primera perla proviene del flamante presidente del PRD, Carlos Navarrete, que se acaba de sentar justamente en un barril de dinamita. Reveló que la investigación contra el alcalde de Iguala, José Luis Abarca, vinculado con asesinatos en ese municipio, está en manos de la PGR desde hace más de un año. Sin que haya pasado nada.
Navarrete denunció que “ese gobierno municipal tiene una demanda presentada, atraída por PGR, hace más de un año, tiene abierta el expediente y no tenemos respuesta”. Es el país no pasa nada.
Navarrete refirió que en el reciente consejo del PRD -donde por fin acaba de ser expulsado Abarca del partido que lo postuló- “se dijeron cosas fuertísimas que a mí me cimbraron”… “Ahí hay una responsabilidad de ese gobierno que nosotros llevamos”… “Y hay responsabilidad del gobierno de la República”… “¿Por qué no han hecho nada?”. Y criticó que el gobierno federal no haya enviado elementos de la Gendarmería para enviar el mensaje de una actuación contundente.
La segunda perla la aporta el líder de Izquierda Democrática Nacional, René Bejarano, quien dijo que en 2013 ya se había iniciado un proceso de revocación de mandato al presidente municipal de Iguala, José Luis Abarca por estar presuntamente vinculado con el asesinato de militantes perredistas en ese municipio. Pero aclaró que los diputados locales integrantes de Nueva Izquierda fueron los que detuvieron el desafuero. Los Chuchos, de donde proviene el dirigente Navarrete.
Es cuestión de recordar que en mayo de 2013 tres militantes perredistas y miembros de la organización de la Unión Popular (UP) entre ellos su dirigente, Arturo Hernández Cardona, fueron encontrados muertos luego de que habían sido levantados por un comando armado. Sin embargo, hubo sobrevivientes que narraron lo sucedido.
René Bejarano explicó que en ese entonces uno de los sobrevivientes escribió un documento donde imputaba al presidente municipal, José Luis Abarca, de la muerte de Hernández Cardona. Acusó a Abarca de decirle a Hernández Cardona): “¿qué tanto estás chingando con el fertilizante? Me voy a dar el gusto de matarte”. Bejarano apuntó que el sobreviviente narró que al lado del alcalde de Iguala estaba el secretario de Seguridad Pública “que es su primo”, hoy también prófugo.
Bejarano explicó: “Con ese documento, organismos defensores y el obispo Raúl Vera encabezó un acto en Iguala y se presentó el testimonio por escrito, se hizo el señalamiento en Iguala, ante el Congreso local para promover una acción que consistía en la revocación del mandato, porque no se puede ejercer acción penal mientras no haya desafuero y eso se pidió”.
Por último, Bejarano subrayó que “el presidente municipal ahora prófugo, era perteneciente a la corriente Nueva Izquierda del PRD y él fue protegido por los diputados locales de la corriente Nueva Izquierda, quienes no quisieron proceder para que avanzara el juicio del desafuero y se ejerciera acción penal”.
Estas dos omisiones atrás de la masacre nos hacen decir con simplismo que sin ellas esto no hubiera ocurrido. Puede ser, esas omisiones sólo ilustran lo inútil que han sido los tres niveles de gobierno frente al fenómeno de la violencia. Su contenido anecdótico no es suficiente para responder la pregunta fundamental en esta masacre: ¿Por qué?