Protestas y violencia
José Antonio López Sosa jueves 13, Nov 2014Detrás del Poder
José Antonio López Sosa
Bajo ninguna circunstancia es aceptable la violencia como forma de protesta social, la violencia no genera sino más violencia. El Estado mexicano en su conjunto, se ha caracterizado por el uso de la fuerza contra cierto tipo de protestas, sobre todo aquellas que se gestan fuera de las grandes urbes y los reflectores.
Quizás los hechos atroces de 1968 y 1971 sentaron un antecedente que evita a toda costa que en las protestas urbanas, la policía de cualquier jerarquía ataque a quien protesta.
Resulta una dicotomía lo que ocurre en la ciudad y en el campo mexicano, lo sucedido con los 43 normalistas de Ayotzinapa es muestra de lo que ocurre en la provincia frente a una protesta social, muy diferente a lo que ocurre en la ciudad de México, por ejemplo.
Las protestas son legítimas, el uso de la violencia no, así como tampoco es legítima la fuerza del Estado sobre quien se manifiesta, como ocurrió en Ayotzinapa.
No podemos esperar que las protestas cesen cuando el Estado ha sido incapaz de resolver estos crímenes a manos de delincuentes con la cooperación de la policía municipal y la omisión de las fuerzas federales (Ejército incluido). Sí podemos reprobar la violencia, pero resulta irresponsable que como ciudadanos, denostemos la protesta social en este caso y la reprobemos.
Las manifestaciones no han sido ni de cerca parecidas a los bloqueos que, por ejemplo, llevaron al cabo los maestros hace algún tiempo en la ciudad de México.
El gobierno estatal (en Guerrero) y federal deben dar la cara y dar solución al conflicto, están como suele suceder, administrando el conflicto, hecho que contribuye también al aumento de protestas a nivel nacional.
Por cierto, estas protestas han rebasado la nación y las redes sociales, se han realizado también en distintas ciudades del mundo.
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