Los de AMLO
Ramón Zurita Sahagún miércoles 24, Feb 2016De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Faltando más de dos años para la elección presidencial y los consiguientes comicios federales, los ánimos se encuentran desbordados, ya que muchos de los aspirantes sienten que son rebasados por otros de los prospectos.
Los movimientos se realizan cual tablero de ajedrez, por parte de aquellos que pertenecen a los partidos con posibilidades de competir, pero que requieren de ellos por carecer de la popularidad necesaria para impulsar un proyecto.
Quien definitivamente no requiere de ello es Andrés Manuel López Obrador, inscrito ya como aspirante presidencial al contar con su propio partido que habrá de impulsarlo en ese propósito.
El tabasqueño se mueve como pez en el agua en un escenario electoral, sabedor que su presencia mueve multitudes, aunque se desconoce si esa popularidad le alcanzará para los sufragios suficientes que le den la victoria.
Se sabe sí que como tiene decenas de miles de seguidores tiene múltiples detractores, también decenas de miles de personas que se encuentran conscientes de que no votarán por él. Los opositores recalcan estar convencidos de que no votarán por él, sin importar a dónde destinen su voto.
Andrés Manuel sabe que de las tres ocasiones en que ha disputado la Presidencia de la República, ésta será la más difícil.
La primera tenía todo a su favor para ganar, era el favorito de las encuestas, pero pecó de soberbia y fue derrotado por medio punto porcentual, cuando aquellos que llama la mafia del poder se unieron en su contra, para evitar su triunfo.
Artífices de aquella estrategia fueron Elba Esther Gordillo (hoy en prisión), varios gobernadores priístas (muchos de ellos sumamente cuestionados y acusados de delitos varios) y sus aliados del PAN.
Seis años más tarde, eran pocos los que otorgaban posibilidades de triunfo al tabasqueño, su figura se encontraba desgastada con algunos acontecimientos, incluidos la toma de Reforma y hasta lo pretendieron involucrar con los chavistas y maduristas de Venezuela.
Fue sorprendente el repunte que tuvo López Obrador, unas semanas antes de los comicios, donde las encuetas lo situaban hasta 15 puntos atrás del priísta Enrique Peña Nieto.
Los comicios indicaron otra cosa y AMLO superó a la panista Josefina Vázquez Mota y se ubicó en segundo lugar, seis puntos porcentuales por abajo del candidato priísta.
Más de 4 millones de votos fueron la diferencia entre primero y segundo lugar, a diferencia de seis años antes cuando la distancia fue de medio millón de sufragios.
Debido a esa caída, son muchos los que alegan que AMLO va en picada, aunque los sondeos muestran lo contrario.
López Obrador se sitúa en primero o segundo lugar de las diversas encuestas que se han venido levantando, donde se incluyen una serie de personajes que, tal vez, ni siquiera sean candidatos.
Entre todo este manojo de nombres, hay algo de cierto que AMLO es el único que se sabe será candidato.
Hay quienes señalan que el tabasqueño se hizo un partido a modo, pero la realidad es que es él quien le da vida al partido.
En México existen una serie de partidos políticos que son manejados como franquicia, sin que sus propietarios logren consolidar su posición.
Cada uno de ellos es usado a capricho de su fundador y, regularmente, buscan la protección de un partido mayor que les otorgue canonjías, como son posiciones de representación proporcional o un distrito fácil para ganar. A cambio, les otorgan su cuota de votos que no rebasan el cinco por ciento y les permite el acceso al dinero público que, por ley, le conceden las autoridades electorales.
No se sabe que ninguno de esos partidos se mueva por medio de la popularidad de sus dirigentes (dueños).
Dante Delgado, concesionario de Movimiento Ciudadano, antes Convergencia y más antes Convergencia por la Democracia se movió siempre alrededor de la fuerza del Partido de la Revolución Democrática, hasta que éste dejó de tenerla en los pasados comicios en lo que fue solo, sin alianzas, aunque es incapaz de promover una candidatura a gobernador por sí solos.
Espera que sea hasta 2018, cuando la fuerza de Enrique Alfaro les permita ir sin alianzas en pos del gobierno de Jalisco.
Gabino Cué Monteagudo se convirtió en el primer gobernador surgido de las filas de Convergencia, pero lo hizo con el respaldo de una gran alianza en la que se formaron PRD, PT y PAN.
El Partido Verde, propiedad de la familia González Torres- Martínez ya ganó su gubernatura, pero protegido su candidato, Manuel Velasco Coello, con la alianza del PRI.
Desde que descubrieron el método de las alianzas se cobijan con ellas y aseguran su cuota de diputaciones, senadurías y presidencias municipales, sin el mayor esfuerzo.
El PT es otro de los partidos satélites de las alianzas, ya que solamente de esa forma sobrevive, con su raquítica cuota de diputados, unos cuantos senadores y uno que otro alcalde.
Sin embargo, se duda que Dante Delgado Rannauro, Jorge Emilio González o Alberto Anaya, sean capaces de salir de su burbuja y buscar una candidatura, sin la protección de un partido ajeno al suyo.
Hasta donde se sabe, Morena presentará candidatos propios en cada uno de los estados (12) en competencia y con excepción de Zacatecas y, tal vez, Tlaxcala, no existen otra entidad en la que compita con posibilidades de triunfo.
Eso sí, el resultado electoral les dará una idea de los simpatizantes en cada entidad, recordando que la candidatura de AMLO duplicará, cuando menos, la cantidad de sufragios obtenidos en un proceso electoral donde el tabasqueño no participa.











