Díaz Ordaz y el 68
Alberto Vieyra G. viernes 28, Sep 2018De pe a pa
Alberto Vieyra G.
En 1968 había en el mundo 52 conflictos estudiantiles. Los más representativos eran los de México y París.
¿Por qué querían los muchachos de aquella época incendiar al mundo? Los jóvenes querían sacudirse todo lo impuesto, hasta las normas de la familia y sin faltar las leyes y el autoritarismo de los gobiernos.
Aquellos jóvenes del 68 querían andar con la melena al aire, los pantalones acampanados, la barba desarreglada, ya no querían llegar a la hora en que en su casa se cerraban las puertas y en fin que la rebeldía era por todo y por nada. Pero desde el punto de vista político y social, el movimiento estudiantil del 68 en México fue un parteaguas; un antes y un después.
Todo comenzó con una riña callejera entre estudiantes de la Vocacional 2 del Politécnico Nacional y de la UNAM, Isaac Ochoterena que chocaron en La Ciudadela aquella tarde del 22 de julio de 1968 enfrentarían a pedradas y palos a policías y granaderos.
El conflicto estudiantil creció y creció, atizado por poderosas e invisibles fuerzas que obligaron al presidente Gustavo Díaz Ordaz ordenar al Ejército entrar a la UNAM, en violación a la soberanía de la máxima casa de estudios.
En su cuarto informe de gobierno el 1° de septiembre de 1968, Gustavo Díaz Ordaz usaba un doble e hipócrita lenguaje en el que, por un lado, ofrecía diálogo con los estudiantes, pero por el otro, los amenazaba con usar toda la fuerza del Estado para evitar la desestabilización del país.
Se jactaba diciendo que en México no había presos políticos y enfatizó con un telegrama diciendo que el artículo 89 de la Constitución le otorgaba la facultad de usar al Ejército Mexicano para salvaguardar la tranquilidad, no para oprimir al pueblo.
Añadía: “No quisiéramos vernos en el caso de tomar medidas que no deseamos, pero que tomaremos si es necesario. Lo que sea nuestro deber hacer, lo haremos; hasta donde estemos obligados a llegar, llegaremos…”
Y llegó e hizo que la sangre llegara al río la fatídica tarde del 2 de octubre del 68 en la Plaza de las Tres Culturas, donde según los sobrevivientes olía a muerte, pues el Ejército azuzado por la CIA norteamericana convirtió a ese histórico lugar donde existió el mercado más grande en la civilización azteca en un lugar macabro donde conservadoramente fueron masacrados más de 400 estudiantes cuyos cuerpos serian incinerados en el campo militar número uno. Su familia todavía sueña con su regreso todavía.