Eduardo Campa, de Tenis Company, que triunfaron en Disney
Opinión lunes 17, Jun 2019De la carpa a las letras
Arturo Arellano
Orgullo de México, toda una tradición en el mundo del circo y una institución para los payasos, él es el maestro Eduardo Campa, perteneciente a una familia que puede presumir de haber colaborado con seis generaciones a este maravilloso arte de la risa. “Lalo Lalo”, como se ha dado a conocer la mayor parte de su trayectoria, el maestro Campa ha sido también semillero de talento, compartiendo su conocimiento con las nuevas generaciones de payasos, a quienes les exige un compromiso total con su labor.
Durante una charla con el maestro Eduardo, nos remonta a sus más grandes glorias, pero también a sus nuevas añoranzas, como bien dice, siempre de la mano de Dios. “En mi familia somos seis generaciones de payasos musicales. Mi formación es en el circo, empecé en uno pequeño de mi familia, veía a mis primos de la misma edad, yo tendría unos 14 años cuando dejé la escuela y me fui con ellos, preferí no hacer que estudiaba y prepararme para lo que realmente me gustaba y hacía con mi familia. Me encantaban los payasos, mi tío me ilustró y me empezó a enseñar, entradas, sketches y me bautizaron como “Choforito”, mi primer nombre de payaso con el que pude experimentar, la pista y volver de esto mi pasión”.
Asegura que si bien lleva muchos años en esta profesión, “la experiencia ayuda, es lo más grande que puede haber, pero siempre se sigue aprendiendo, una vez no hace mucho salí a la pista y aunque yo soy viejo me decidí a sentir el circo, a vibrar, salí con la confianza que te dan los años, los viajes, y empecé a hacer reír a la gente, cada día había felicitaciones de parte del público y eso me llena de satisfacción y alegría”. Recuerda su transitar en las pistas de circo mexicanas, “circos en México he estado en los más prestigiados y a veces hasta en charanguitas pequeñas, pero puedo mencionar el Atayde, Bell, Unión, estuve en todos y los viajes han sido a Puerto Rico, Venezuela, China, Emiratos Árabes, Montecarlo, España, Italia, Estados Unidos, incluso en Disney, con un éxito arrollador”.
Con la sencillez que le caracteriza, el maestro aún cuenta sus hazañas como una intervención divina, caso preciso, su paso por Disney. “No se cree, yo lo creo porque soy cristiano, y puedo estar seguro de que fue la mano de Dios la que estuvo ahí. Es algo fuera de serie, llegamos a Disney, nos pusieron afuera del pabellón a hacer tres shows diarios, era como estar en la calle literalmente, porque pasan autobuses y un mundo de gente, algunos nos pedían fotos, estábamos todos los Tenis Company, pero no lográbamos que la gente se quedara a ver el show, porque había muchas otras atracciones. Nos vestimos de charros e inditos, y sí, la gente llegaba y se quería tomar fotos, se quedaba a vernos, lográbamos juntar diez, quince personas, pero llegaba “Pluto” y se iban, era un fracaso rotundo, llegaba “Mickey” y nos dejaban solos, estábamos decepcionados”.
No obstante, destaca que “luego pasó simplemente, apareció Dios, no hay otra explicación, para lo que sucedió después, ya que con nuestro acto superamos a todos los pabellones, teníamos 300 personas viendo el show, obstaculizando el paso de los autobuses. Nos mandaron llamar de la administración del parque y no dijeron ‘los felicitamos, es un éxito increíble, van a hacer el show dentro del pabellón’. Era una cosa apoteósica, nos ofrecieron cinco años de contrato, pero nos fuimos a los cuatro meses, porque teníamos otros compromisos”.
Sobre los nuevos payasos dice: “Yo soy muy riguroso, no me gustan las tendencias qué hay hoy, son infames y tristes, porque cuando entras a un garage y te paras en medio, no te conviertes en carro, ¿Cierto?, entonces el que se viste de payaso, no es payaso, son caras pintadas, se meten a la profesión porque les resulta fácil ganar dinero, pero yo creo que se debe hacer con dignidad y respetando al personaje. El payaso debe estar cimentado, no hay que ser forzosamente de familia de payasos, conozco varios que han triunfado sin ser de familia de circo, lo que se debe tener es dedicación real y cimientos, quizá naciste chistoso y es una ventaja, pero hay que aprender otras cosas, un payaso es un doctorado, debe bailar, cantar, tocar, ser acróbata, malabarista”.
Actualmente, Eduardo Campa, “Lalo Lalo”, realiza presentaciones donde lo contraten y cuenta con su proyecto: “La banda disparatada de los payasos”, que describe “somos ocho músicos, hacemos canciones graciosas, pero de buena calidad, junté músicos de verdad y hacemos comicidad, ha sido un éxito maravilloso. Hace un año que no lo hago, pero ya vamos a volver, mientras tanto, ofreceré un taller en Puebla, sobre la cimentación básica del payaso, a veces llegan barbajanes y charlatanes, pero si son capaces de asistir y están dispuestos a aprender y crecer, son bienvenidos, yo soy exigente, soy duro, porque al payaso debes amarlo, no nada más pintarte y salir a cobrar”.