El caballero y la muerte
Humberto Matalí Hernández lunes 9, Ene 2012Al son de las fábulas
Humberto Matalí Hernández
—Quizá porque el delito está en nosotros y quise conocerlo un poco.
—Sí, es cierto, el delito está en nosotros; pero algunos está en el delito.
Leonardo Sciascia. | El caballero y la muerte.
Después de las creaciones surrealistas, de gran tremendismo y crítica, con sorna escritas por Franz Kafka (1883-1924), no abundan los escritores que con esa originalidad exhiban las aberraciones de los gobernantes y sus acciones en contra de los ciudadanos. Sin ser un imitador del autor nacido en Praga, Leonardo Sciascia (1921-1989) guía a sus lectores por el aberrante mundo del autoritarismo, la brutalidad oficial y el abuso de los representantes y amos del poder político.
Inspirado en el grabado de Alberto Durero “El caballero, la muerte y el diablo”, hecho en 1513, durante el Renacimiento, Leonardo Sciascia escribe la novela corta “El caballero y la muerte”, para exhibir el fascismo que imperaba en Italia. En eso tuvo una enorme ventaja sobre Kafka, que falleció antes del imperio nazi, pero supo adivinar mucho del terror que se aproximaba. Además convierte en personaje del texto el grabado de Durero y es en su torno que gira la evolución del personaje principal.
“El caballero y la muerte” es el testamento intelectual, literario y humanista de Sciascia, pero es también una compleja reflexión sobe la muerte, lo escribió en 1986, después de participar en la comisión que investigó el secuestro y asesinato del político democristiano Aldo Moro. Resultado de esa investigación y participación, es el libro testimonio “El caso Moro”, en donde Sciascia entrega una magnifica lección sobre la historia moderna de Italia. Escrito pocos meses después de los sucesos y muerte del diputado Moro. Las conclusiones y tesis de Sciascia son vitales, porque fue protagonista y durante esos acontecimientos era diputado por el Partido Radical en el congreso italiano.
Las definiciones que integran “El caballero y la muerte” son para el afortunado lector que se acerque a este libro, de una valentía filosófica audaz y define aspectos de la condición humana que poco se acostumbran, entre ellas esta explicación, la muerte es una muerte mendicante, que se mendiga porque se cobra poco a poco con la vida.
Respecto al diablo, casi se acerca a la definición de José Rubén Romero en “La vida inútil de Pito Pérez”, que le tiene lástima. Para Sciascia el diablo está cansado y descrito tan horrible que resulta poco convincente. El diablo está tan cansado que prefiere dejarlo todo en manos de los hombres, desde luego más eficaces que él.
Se comprende esa afirmación del autor italiano, al estudiar y contemplar la historia del siglo XX y principios de este siglo XXI.
Los gobernantes asesinos masivos, capaces de exterminar a sociedades y culturas. Y desde luego no son sólo los del estilo de Hitler, Mussolini, Roosvelt, Stalin y otros que se distinguen por causar la muerte de millones de seres humanos sacrificados en aras del poder político, económico y de un grupo social, durante la primera mitad del siglo pasado.
Con la llegada de la globalización los gobernantes otorgan el mismo poder mortal y sanguinario a sus socios, los comerciantes, empresarios e industriales, que empobrecen y matan de hambre a millones de seres humanos. No se necesita ser Bush, cualquiera de los dos, para ser genocidas, palabra desgastada tanto que la aplican con gran irresponsabilidad a cualquier asesino masivo. Presidentes, empresarios e industriales saquean y esclavizan a las naciones para enriquecer a unos cuantos. Declaran guerras fraticidas y destruyen recursos naturales con la mayor de las indiferencias.
Todo eso cabe compactado en la novela corta escrita por Leonado Sciascia, que habla de asesinatos masivos, del poder brutal de unos cuantos sobre millones de seres.
Así como la muerte es un mendigo de vidas, el diablo derrotado por el agotamiento, se refugia en los hombres, el caballero, el poder, marcha insensible e insaciable sobre su cabalgadura.
Dentro de la armaduraza la verdadera muerte y el diablo real. Es el poder de terminar con la vida humana.
Los cuatrocientos años que separan el grabado de Durero y la novela de Sciascia, no son nada en la historia sangrienta de la Humanidad. Quizá el renacentista no quiso dar esa interpretación a su trabajo, pero es claro que si hay denuncia sobre la guerra, mientras que en las palabras escritas por Sciascia la exhibición del burocratismo, la insensibilidad de los sistemas legales y gobernantes forman parte de la armadura brutal y asesina del caballero, cuyo único fin es destruir a la especie. Basta con ver lo que sucede en México desde hace unos años.