¿Dos siglos de independencia?
Alberto Vieyra G. viernes 24, Sep 2021De pe a pa
Alberto Vieyra G.
En la esquina de Madero e Isabel la Católica, en el centro histórico de la capital mexicana, se encuentra el templo de La Profesa o San Felipe Neri, donde los jerarcas de la Iglesia católica que también movían el pandero como gobierno virreinal y otros emblemáticos personajes de la sociedad de alcurnia de hace dos siglos fraguaron la consumación de la Independencia de México, teniendo como artífice al coronel Agustín de Iturbide y Arámburu.
Iturbide, nacido en Morelia, Michoacán, estaba castigado por el gobierno virreinal por haberse robado parte de la nómina de ese ejército en los estados de Guanajuato y San Luis Potosí, pero de pronto una influyente mujer que volvía locos a curas y personajes políticos de aquella época, acudía en las noches al templo de La Profesa y de manera insistente lograría que el gobierno virreinal le levantará el castigo a Iturbide y lo nombrara “el pacificador de la independencia nacional”. Iturbide no disparó un solo tiro contra los insurgentes; sólo disparó 3 cartas enviadas al general Vicente Guerrero Saldaña, el único que comandaba a las tropas insurgentes en la sierra del actual estado de Guerrero.
En un lugar llamado la cueva del diablo, tendría lugar a principios de febrero de 1821 la última batalla de la Independencia de México. Iturbide estuvo a punto de perder la vida, de hecho, el ejército virreinal lo daría por muerto al caer en una barranca. Pedro Ascencio Alquisiras que comandaba a la guerrilla campesina insurgente le propinaría a Iturbide ese “no me olvides” y al ejército virreinal una cadena de derrotas.
El 10 de febrero de 1821, Guerrero e Iturbide aparecerían públicamente para sellar con un abrazo, conocido como el Abrazo de Acatempan el fin de la lucha independentista en México, una independencia que le favorecía claramente a España, porque la mayoría de los españoles acomodados, entre ellos los curas de la Iglesia católica mantenían intactos sus privilegios.
Iturbide y Guerrero se entendieron a las mil maravillas, incluso una hermana del militar realista le empezó a coquetear al jefe insurgente y con ella entraría del brazo el 27 de septiembre de 1821, al Zócalo de la Ciudad de México encabezando el llamado Ejército Trigarante.
¿Por qué Ejército Trigarante, si solamente era la unión del ejército realista y el ejército insurgente?: Bueno, porque en los acuerdos políticos, eso del Ejército Trigarante significaba: Religión católica, Independencia de México hacia España y Unión entre los bandos de guerra, es decir el ejército de las tres garantías.
Podría decirse que la entrada del Ejército Trigarante a la capital de la república ocurrió digamos muy acaramelada, pues como ya dije, Vicente Guerrero marchaba del brazo hasta atrás del contingente con la hermana de Iturbide, mientras que éste encabezaba la parada militar y al pasar por la casa de María Ignacia, la Güera Rodríguez, aquella que decía “fuera de México todo es Cuautitlán”, hizo que se detuvieran las tropas para saludar gallardamente a la Güera Rodríguez, quien desde su balcón y con provocativo vestido escotado le mostraba con su abanico sus atributos físicos mandándole un beso. Seguiría el Ejército Trigarante rumbo al Zócalo de la Ciudad de México, pero ese hecho de faldas le valdría a Agustín de Iturbide ser calificado de traidor, pues los historiadores no dudan que el homenaje que le rindió a la Güera Rodríguez es una de las peores traiciones a la patria. Recordemos que “amor con amor se paga” y Agustín de Iturbide haría incluso que María Ignacia Rodríguez se divorciara de un militar con el que tuvo 2 hijos para darle vuelo a la hilacha, con el que más tarde se convertiría en el primer emperador de México, traicionando también a los españoles.
Iturbide traicionó una vez y traicionó dos veces. Acuérdese usted de aquella máxima que reza: “Mujer y pistola que fallan una vez, fallan siempre”.