China vive el peor rebrote de Covid, desde el estallido de Wuhan
Mundo lunes 4, Abr 2022
- Prevén otro impacto económico por medidas severas
China ha mantenido a raya al coronavirus con su política de Cero Covid, basada en el cierre de fronteras y en confinamientos y pruebas masivas cada vez que surge un rebrote, pero se halla en un callejón sin salida por la irrupción de la contagiosa variante Ómicron, que ha provocado la peor ola desde el cierre de Wuhan y el resto de la provincia de Hubeia a finales de enero de 2020.
Sin una estrategia para salir de la emergencia sanitaria, Pekín sigue aferrándose a medidas severas, mientras el resto del mundo se ha adaptado a convivir con el virus, pese a sus consecuencias de contagios y muertes en un nivel bajo.
Shanghái ha sido confinada para hacer la prueba del coronavirus a sus 25 millones de habitantes y la provincia nororiental de Jilin, con otros 24 millones. Los encierros domiciliarios afectan a millones de personas, incluso en ciudades donde no se han detectado contagios. Las autoridades locales los aplican de forma preventiva para evitar ser destituidos por el gobierno central.
En estos tres primeros meses, China ha detectado siete veces más casos de coronavirus que durante todo el año pasado. Según las autoridades, el 95% de las infecciones son leves o asintomáticas. Pero, después de dos años de controles y restricciones, entre los chinos aflora la fatiga psicológica porque no vislumbran la salida de la pandemia.
Prueba de ello son las peleas que se están viendo los últimos días entre los desesperados confinados y los sanitarios con trajes especiales encargados de vigilar las cuarentenas, así como la muerte de pacientes que no pueden llegar a los hospitales y los suicidios de enfermos que no reciben sus medicinas.
A ello se suma el fuerte impacto económico que provocará no solo en China, sino en todo el mundo el confinamiento de Shanghái, cuyo puerto es el primero del planeta en tráfico de mercancías. Un parón ahora agravará la ya de por sí atascada cadena global de suministros. Multinacionales como Toyota, Volkswagen y Audi han cerrado sus fábricas en la provincia de Jilin y otras como Foxconn, proveedor de Apple y otras grandes firmas tecnológicas, interrumpieron su actividad durante el confinamiento de Shenzhen.
A pesar del coste económico y social, el jefe del comité epidemiológico que asesora al gobierno, Liang Wannian, ha advertido que China no cambiará su política de Cero Covid hasta que se vea cómo evolucionan la contagiosidad y la letalidad del virus.
Aunque la mortalidad de Ómicron es menor que la de variantes anteriores, las autoridades son conscientes de que el levantamiento de las restricciones dispararía exponencialmente los casos y, como consecuencia, las muertes. Un coste en vidas que no están dispuestas a asumir porque el régimen de Pekín se enorgullece de su baja mortalidad frente a la sangría que el coronavirus ha desatado en el resto del mundo.
Shanghái inició segunda fase de aislamiento
Alrededor de 16 millones de residentes en Shanghái se sometieron desde el viernes a pruebas de detección del coronavirus en el inicio de la segunda fase del confinamiento, que afecta a la mitad occidental de la mayor ciudad de China, que es también su capital financiera.
Mientras, a los residentes en los distritos orientales, que debían regresar a la rutina tras cuatro días de aislamiento, se les dijo que las medidas podrían prorrogarse si de detectan casos de Covid-19 en sus complejos residenciales.
El confinamiento de Shanghái, que se realiza en dos fases a lo largo de ocho días para poder realizar pruebas a toda la población, ha sacudido a unos mercados financieros preocupados por su posible impacto económico.
La actividad manufacturera china registró mínimo en cinco meses en marzo, de acuerdo con una encuesta mensual publicada el jueves, y los cierres de ciudades y otras restricciones obligaron a algunas fábricas a suspender la producción.
Durante cuatro días a partir del viernes, los residentes de Puxi, en la orilla oeste del río Huangpu que divide la ciudad, no podrán salir de sus vecindarios o complejos de viviendas. Las puertas de algunas de estas urbanizaciones estaban cerradas desde fuera, y los alimentos y comidas se entregaban en puntos de recogida.
Empleados gubernamentales y voluntarios, equipados con trajes de protección, fueron puerta por puerta con megáfonos por la ciudad de 26 millones de habitantes, llamando a los residentes a presentarse a las pruebas en los lugares designados, donde se toparon con largas filas y esperas de más de 90 minutos.
La Comisión Nacional de Salud de China reportó un total de 1,787 nuevas infecciones el jueves, 358 de ellas en Shanghái. Otras 5.442 personas arrojaron positivos asintomáticos, incluyendo 4.144 en la ciudad.
Las personas asintomáticas son trasladadas a centros de aislamiento temporal, incluyendo gimnasios y centros de exposiciones.
El transporte público está suspendido y se han cortado carreteras, lo que paralizó una metrópolis normalmente bulliciosa. Aunque los residentes deben quedarse en casa, los aeropuertos y estaciones de tren siguen abiertas.