Manipular al INE
Armando Ríos Ruiz miércoles 9, Nov 2022Perfil de México
Armando Ríos Ruiz
Después de más de un mes de un periplo por algunos lugares del llamado viejo continente, en el que pretendí olvidar lo que ocurre diariamente en México, en donde ya nos acostumbraron a amanecer casi todos los días con una noticia de pésimo gusto, quiero decir que simplemente no es posible. Ahora, informados por las redes sociales, somos capaces de enterarnos en un segundo, de lo que ocurre a miles de kilómetros de distancia.
Además, en lugares como España, en donde entendemos a cabalidad, tanto el idioma como el sentimiento de nuestros interlocutores y en donde muchos confiesan que no se atreven a hablar mal de México (de su gobernanza), porque en un instante descubren el origen del visitante, por más que en mi caso, mi acento costeño bien puede pasar por el de un sudamericano, la gente común está al tanto de nuestra “desgracia” y no oculta su lástima, por considerar que nos gobierna un hombre muy enfermo de la cabeza.
Tuve oportunidad de visitar Oviedo, ubicado en el corazón de Asturias y alojamiento de su principado, en donde cada año se entrega el premio que conocimos como Príncipe de Asturias, hoy transformado en Princesa, porque el primero ya no vive, en el que Leonor de Borbón, la joven heredera, entregaría el galardón que enorgullece a México y a los mexicanos, al ilustre arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma, quien no recibió aunque fuera una felicitación de las altas autoridades de su propio país.
Celebramos a nuestro modo, lo que en México se negó a uno de los talentos más reconocidos en el mundo: el del homenajeado. No tuvimos más remedio que recordar que aquí se extienden felicitaciones mediante el micrófono presidencial, a los sicarios, a los delincuentes que coadyuvan en las elecciones, para inclinar las preferencias a punta de balazos, de intimidaciones, de secuestros y de asesinatos, a los candidatos que incomodan al mandatario.
Siempre que visitamos países extranjeros, la mente nos obliga a comparar y a extrañar nuestro suelo, sin importar las grandes diferencias. Pero también a añorar de manera alrevesada. En casi todos los lugares de esta gran nación, se menciona con insistencia que los visitantes pueden amanecer en las calles sin que nadie se acerque a molestar. Que se puede beber agua directamente del grifo, porque es pura. Que los proveedores de servicios exhiben todo el tiempo una sonrisa franca y una broma de buen gusto.
También alertan de lugares otrora tranquilos, que sufren en este momento un cambio dramático. Tal ocurre en Barcelona (uno de las ciudades que más me gusta, en donde alguna vez asistí a un campeonato mundial de carambola a tres bandas en calidad de aficionado), hoy asediada por carteristas oriundos principalmente de África, que si roban, no son capaces, sin embargo, de causar daño a sus víctimas. Los que advierten evidencian una profunda vergüenza.
Allá supimos de la preocupación de nuestro mandatario por eliminar el INE y sustituirlo por otro organismo que pueda servir sólo para sus fines particulares de elección. Que pueda manipular conforme a su voluntad. Que pueda usar a conveniencia. De sus argumentos para convencer a sus seguidores, de que resulta demasiado caro. Pero jamás tan caro como el nuevo aeropuerto, en donde no vuelan ni las moscas. Ni tanto como sus obras insignia, como el Tren Maya y la refinería de Dos bocas. Sí. Dos Bocas para engullir todo el numerario posible.
Allá supinos de la resistencia de muchos mexicanos que repudian la idea mentirosa y la invitación a otros connacionales a una concentración, con la finalidad de exhibir su reprobación rotunda a los propósitos del Presidente, de consolidar su reinado, ya sea por él mismo, o a través de alguno de sus incondicionales, incapaces de mover un dedo por voluntad propia, sino acostumbrados a que las soluciones, si así puede llamárseles, las dicte su amo.
El Presidente ha insistido en que no busca su desaparición. Lo entendemos perfectamente. Lo que quiere es su manipulación.