El país, una bomba de tiempo
Alberto Vieyra G. lunes 22, Jul 2024De pe a pa
Alberto Vieyra G.
“Sea mujer u hombre, quien llegue a la Presidencia en este 2024, va a recibir un cartucho de dinamita prendido”, esa sería la póstuma declaración del ex secretario de Hacienda, Carlos Urzúa hecha al periodista Carlos Loret de Mola en enero de 2023 y en el ocaso del régimen del llamado falso Mesías se concluye que su premonición fue de profeta.
En esa oportunidad Urzúa denunciaría que poco más de 600 mil adultos mayores estaban cobrando pensiones en el régimen de AMLO como auténticos fantasmas y que los exponenciales gastos económicos conducirían al país a un déficit histórico, no visto desde el año 2000.
Por su lado, destacados analistas de calificadoras internacionales no dudaban que el aumento de la deuda pública en el sexenio de López Obrador, así como el despilfarro en obras públicas sexenales y en las campañas electorales de sus corcholatas, llevarían irremediablemente a México a ese déficit que dará a los mexicanos muchos dolores de cabeza a partir del año que viene, cuando la virtual presidenta electa Claudia Sheinbaum tendrá que llevar a cabo una urgente reforma fiscal, porque AMLO dejará las arcas de la nación vacías.
¿Pero qué es un déficit fiscal, estimado lector o radioescucha?
Hablamos de un déficit cuando los ingresos que recauda el gobierno son inferiores a los dineros que gasta, es decir los egresos. Y para que me entiendan hasta los niños de pecho habrá que decir que, si usted trabaja y gana en promedio 10 mil pesos al mes, pero no le alcanzan para pagar la renta, las letras del automóvil, las tarjetas de crédito, las colegiaturas de los niños, los medicamentos y el pipirin entre muchas otras cosas, quiere decir entonces que usted arrastra un déficit, esto es que no le alcanza con lo que gana para pagar sus gastos mensuales.
Eso es exactamente lo que le está pasando al despilfarrador gobierno de AMLO, que solamente en cuestiones de Pensiones del Bienestar se gasta poco más de 40 mil millones de pesos, más sus obras emblemáticas como el trenecito “falla”, la inservible refinería de Dos Bocas, más el trenecito Insurgente de Toluca a la Ciudad de México que cumplirá con AMLO dos sexenios sin poder ser terminado y muchas obras más que son auténticos elefantes blancos, han llevado virtualmente a la quiebra al país.
Ahora, la sucesora de AMLO, con el cartucho de dinamita encendido en sus espaldas tendrá que llevar a cabo una reforma fiscal que estará en chino porque desplumar a los gansos de las cúpulas empresariales estará también en ruso. Por desgracia, doña Claudia tiene en la mira a la mayoría de los grandes concesionarios de radio y televisión en el país para que le entren con su cuerno y además les seguirá cargando la mano con la propaganda electoral basura en cada proceso electoral federal y local.
Es decir, que doña Claudia no quiere quebrarse la cabeza castigando fiscalmente a las vapuleadas clases medias y tampoco quiere tocar el suculento botín electoral que representan más de 57 millones de trabajadores que figuran en la economía informal o infernal porque muchos a penas y ganan para llevar el pipirin a la casa. Se presume que ese botín que le permitiría a Morena y a cualquier otro partido caritativo que ofrezca lana a los electores como la única forma de perpetuarse en el poder será intocable. No hay duda que la ponzoñosa partidocracia y la venenosa clase política han convertido a los electores mexicanos en potenciales pagadores de impuestos y escenografía de vil uso electoral.
Por lo pronto, AMLO nos hereda un país auténticamente como una bomba de tiempo.











