Que se pudra
¬ Juan Manuel Magaña jueves 17, May 2012Política Spot
Juan Manuel Magaña
Cuando Calderón le vendió su alma a la maestra, sabía que era bajo una gran condición: que la educación se pudra.
No le importó. Y eso fue lo que pasó. Así de sencillo.
Que no vengan ahora con discursos a destiempo de que yo sí quiero revolucionar la educación pero tú no, porque es pura hipocresía.
Y lo es por un sólo hecho: porque les vale gorro que la gente se eduque.
Es más lo que realmente les interesa, es que la gente siga ignorante, con la venda en los ojos y cada vez más amolada porque así es más fácil de controlar. De engañar en los noticiarios. Y de robar en todos sentidos: riqueza y votos.
No quieren que la inteligencia se multiplique como en la UNAM, como en el Tec, como en la Ibero, donde ellos ya han sido juzgados en un sentido crítico. No quieren que la población entera despierte y algún día les exija cuentas.
No puede Calderón culpar a la maestra por la sencilla razón de que se supone que el poder lo tenía él. Pero resultó que fue el poder de no poder. Y qué caro le salió a México su enjuague electoral.
Y Josefina igual. No hizo nada. Cómo iba a hacer si su jefe ni quería ni podía remover ese gran estorbo a la educación que ha sido la Gordillo.
En realidad unos y otros, de nuevo en tiempo electoral, lo que hacen es señalarse y gritarse “ese es el ladrón”, cuando en realidad todos fueron los irresponsables, comenzando por Calderón, siguiendo con Elba Esther y terminando, bueno, con la pobre Josefina.
Para eso querían y quieren el poder.
Uno ya se va y no sólo no pudo, sino que la acabó de amolar.
Dejará un país suspendido en el abismo. La otra cree que ya la libró pal otro sexenio y con esa seguridad puede ir a decir lo que quiera a Los Pinos, al fin que el inquilino, aunque ponga cara, se aguanta.
Y la otra, ay, la otra, ya nomás se la pasa rezando en la campaña porque teme que nunca va a llegar.
Pero el daño, sí, daño que le han hecho al país no es poca cosa: Seis años perdidos en educación son de una irresponsabilidad mayúscula.
Y eso, ¿con qué se paga? Y no se les puede criticar porque de inmediato confunden la crítica con el odio.
Lo cierto es que uno, por fin, ya se va. Que la otra enfrenta un repudio tamaño histórico en el liderazgo sindical. Y que la última no va a llegar.
Pero ni una cosa ni otra es consuelo porque, mientras, la educación sí que se pudrió.











