Leer el futuro
¬ Juan Manuel Magaña sábado 4, Ago 2012Política Spot
Juan Manuel Magaña
La ley prevé ya escenarios que a estas horas, en estos días, se van configurando. A querer o no, vamos a vivir alguna de esas realidades por ahora en gestación. Nos guste o no.
En días pasados dijimos que, gracias a la última reforma política, la toma de posesión como presidente no tendría que ser bochornosa para Enrique Peña Nieto, como lo fue para Felipe Calderón, en caso de que el tribunal electoral decidiera dar por buena su elección. La puerta de atrás ya no es una opción y Peña podrá rendir protesta práctica y cómodamente en cualquier sitio, aislado de cualquier protesta.
Dicho de otro modo, el futuro presidente ya no asumirá el cargo «en estado inconveniente», como recordara hace unos días con estudiado sarcasmo el senador priísta Manlio Fabio Beltrones. Y aunque Calderón ya no se presentara a la ceremonia, el simbolismo quedaría establecido: él le estaría entregando el poder a Peña, encarnación misma del retorno del PRI al poder.
También, de acuerdo con la ley, es posible declarar inválida la elección, a partir de lo cual el actual secretario de Gobernación se encargaría del despacho de la presidencia hasta por dos meses después de este sexenio, en tanto el congreso nombra un presidente interino, mismo que en sus primeros diez días convocaría a elecciones presidenciales extraordinarias para no antes de siete meses ni después de nueve, o sea, para mediados del segundo semestre del 2013.
Está clarísimo que es a esta segunda posibilidad legal a la que ha apostado su resto Andrés Manuel López Obrador. Pero existen serias sospechas de que también Calderón acaricia esta última opción.
Con este escenario, Calderón podría creer evitar ser el perdedor nominal del 2006. Además se salvaría de algo indeseable: tener que regresarle la estafeta al PRI, si bien de esa posible entrega a AMLO ya se libró.
Entonces, Calderón tendría, en cambio, una nueva y magnífica oportunidad para intentar hacer permanecer al PAN en Los Pinos.