Esquizofrenia
¬ Juan Manuel Magaña martes 11, Sep 2012Política Spot
Juan Manuel Magaña
La idea puede asustar a muchos.
Pero al mismo tiempo uno se pregunta cómo se puede luchar contra un mal si no se comienza con llamarle por su nombre.
En los últimos días, la palabra esquizofrenia ha sido utilizada por uno de los personajes de la política que se ha autoimplicado en el término: el perredista Jesús Ortega.
Luego fue una serie de comentarios que escuché en el noticiario de Aristegui lo que me sugirió reflexionar sobre el asunto.
Me pregunto entonces cómo alguien puede decirse de izquierda cuando termina negociándose y convirtiendo su casa política en un mugrero.
Cómo puede la izquierda deplorar el orden electoral y la parte institucional que se recicla en la ilegitimidad, sin dejar de servirse de sus prerrogativas.
Cómo unos y otros izquierdistas, mutuamente excluyentes, terminan empoderándose y desconociéndose entre sí.
Cómo puede decirnos el PRI que el aniquilamiento de la corrupción está entre sus planes principales, cuando a conveniencia hace esconder o reaparecer su larga cola de impresentables. Y si su famosa renovación moral fue en los hechos un fiasco.
Cómo puede Calderón mantener su sonrisa de los cien mil muertos y la zona de desastre que dejará tras de sí.
Cómo puede sostener, frente a tanta y evidente mediocridad gubernativa, su propaganda sobradamente fantasiosa. Cómo pudo el santiguado PAN haber superado y por mucho la inmoralidad que a lo largo de su historia tanto odió.
Pero lo verdaderamente preocupante es comprobar cómo toda esa esquizofrenia reside también en el pueblo. El diario Reforma lo acaba de demostrar de una manera muy sencilla.
Publicó un sondeo en el que se pregunta a la gente qué le pareció que el Trife haya declarado válida la elección presidencial.
El 55 por ciento opinó que fue correcto, el 36 que fue incorrecto y el 9 no supo decir nada. Pero luego se preguntó si la protesta contra el fallo del Trife era justificada. El 50 por ciento dijo que sí, el 44 que no y el 6 no supo.
Más esquizofrénico que eso, me parece imposible.
Creo que el problema debería ya de ser tratado en el diván de un experto en psicología de las masas.
Pero me atrevo a concluir que ahí está el resultado de la manipulación, de la desinformación, de la mala educación.
Ahí está el resultado de lo que han hecho nuestros presidentes, nuestros brillantes conductores de noticias y nuestra genial maestra.