Fascismo
¬ Juan Manuel Magaña viernes 19, Abr 2013Política Spot
Juan Manuel Magaña
Luego de que tres famosos casos de persecución y encarcelamiento del sexenio pasado se han venido a tierra, ya sólo falta la palabra que defina lo que Felipe Calderón trató de hacer a través de los órganos de justicia.
Y esa palabra es fascismo. Primero la Corte tuvo que dejar en libertad a la francesa Florance Cassez por la violación flagrante a sus derechos humanos por causa de un montaje televisivo para que la policía de Genaro García Luna luciera efectiva y poderosa.
Luego vino la absolución de quien fue subprocurador a cargo de investigaciones de delincuencia organizada, Noé Ramírez Mandujano, encarcelado por Operación Limpieza, el programa insignia de Felipe Calderón, a partir de testimonios y documentos que se dice fueron fabricados.
Finalmente, el general Tomás Ángeles Dauahare abandonó un penal de máxima seguridad después de que el juzgado tercero de Distrito en materia penal le notificara que había concluido su proceso penal y que la Procuraduría General de la República presentó conclusiones no acusatorias en su contra, por lo cual su juicio fue sobreseído, y se determinó que era inocente de las acusaciones de delincuencia organizada y delitos contra la salud.
Esta cadena de hechos es vista por especialistas como un golpe demoledor del nuevo gobierno a lo que pudo haber sido el más bien pobre legado de Calderón.
Según esto, ese legado consistiría en haber sido el único valiente en enfrentar al crimen organizado que, en su propia argumentación, creció a la sombra de gobiernos permisivos como lo fueron los priístas.
Pero estos primeros cuatro meses de un nuevo sexenio, la PGR ha puesto en evidencia el manejo desaseado y perverso de las instituciones de justicia en el pasado calderonista. Los acusados salen libres por violaciones a sus derechos, por la fabricación de testigos y por la falta de pruebas.
Uno a uno, los tres casos mencionados se derrumbaron en este tiempo. Y aquí es donde hay que destacar que en cualquiera de ellos había materia suficiente para que cada error hubiese sido reparado sin necesidad de haber tenido que brincar otro sexenio. ¿Eso qué significa?
Una prensa contemplativa, en el mejor de los casos. Incapaz de señalar, criticar y ejercer presión para que se haga justicia de manera correcta. Se tuvo que ir el inquilino de Los Pinos para que, entonces sí, se hicieran olas, saliera la espuma y nadie metiera las manos por el corruptor.
A ver si se procede en contra de los funcionarios responsables de tan malos manejos. Ahí están Genaro y Marisela Morales. Que aquella tentativa de Estado policiaco no quede así nomás.