A rendir cuentas
Augusto Corro martes 18, Jun 2013Punto por punto
Augusto Corro
En los últimos años el desprestigio de los gobernadores se volvió algo común.
Pocos son, los que al abandonar el cargo salen con la frente en alto.
En cualquier estado de la República, los encargados de gobernar dejan sus puestos con déficit en la imagen, pero principalmente en la economía.
Y son una mayoría los que no ni siquiera son molestados con una llamada de atención.
A raíz de la alternancia política en la presidencia de la República, los mandatarios estatales aprovecharon la oportunidad para hacer lo que les viniera en gana.
Como las leyes son muy laxas para castigarlos y no tener a quien rendirle cuentas, los gobernadores actuaban con libertad para manejar el erario e inclusive para contraer deudas estratosféricas.
En la lista de ex gobernadores desprestigiados se encuentran Tomás Yarrington, Armando Reynoso, Narciso Agúndez, Juan Sabines, Marco Antonio Adame, Humberto Moreira, Mario Marín, Ulises Ruiz Ortiz, Leonel Godoy, Fidel Herrera, Emilio González Márquez, Mario Villanueva, Sergio Estrada Cajigal y Manuel Oliva.
Todos emanados de diferentes partidos políticos, pero con la misma marca de corruptos.
De todos los mencionados, solo Narciso Agúndez pisó la cárcel. Otro que corrió la misma suerte fue Mario Villanueva, acusado de narco. Los demás, aún con el desprestigio a cuestas, se reincorporan a sus actividades partidistas, como si fueran dignos representantes de la honestidad.
Lo que ocurre en el presente con Andrés Granier debió ocurrir con todos los saqueadores del erario. Es decir, que los ex gobernadores una vez denunciados como saqueadores, sean obligados a comparecer ante la justicia.
Granier, con un saco de marrullerías a cuestas, busca burlar las acciones legales, pero todo hace suponer que no tiene escapatoria. Su “herencia” y su estatus de gente pudiente en nada le ayudará.
Su partido ya lo desahució políticamente. Esto es interesante, porque debe entenderse que el tabasqueño tendrá que responder, solo, a las acusaciones de peculado y enriquecimiento inexplicable.
LA CORRUPCION
Los propios gobernadores se cubren sus tropelías cuando el heredero es miembro del mismo partido. Por ejemplo, en Morelos, Sergio Estrada Cajigal, del PAN, dejó a su sucesor Marco Antonio Adame la responsabilidad de tapar sus malos manejos en la administración. Adame así lo hizo y la salida de su antecesor fue tersa e inmaculada. No ocurrió lo mismo con él, quien ha sido acusado de desviar los recursos públicos.
En la misma situación se encuentra Emilio González Márquez, de Jalisco; Manuel Oliva, de Guanajuato, etc.
En las administraciones estatales se ha conjugado toda una serie de acciones delictivas a las que debe sumarse la ineptitud. Esta última como una medida para justificar los elevados índices de endeudamiento. Tal es el caso de Juan Sabines, el ex mandatario estatal de Chiapas, que a la fecha sigue escondido y no quiere saber nada de endeudamientos.
Con Ulises Ruiz Ortiz, de Oaxaca; y Mario Marín, de Puebla, quienes se encontraron en las mismas condiciones de Granier, inexplicablemente, no han sido invitados a rendir cuentas sobre peculado en sus administraciones.
ESTRICTA VIGILANCIA
Luego de saber cómo se manejan los ex gobernadores, será necesario implementar nuevos mecanismos de vigilancia para evitar que continúe el saqueo.
Generalmente en los congresos locales se aprueban las gestiones de los gobernadores, sin emplearse a fondo, sin ir al detalle, los dos poderes ejecutivo y legislativo se hacen uno.
Es necesario, urgente, que el nuevo gobierno federal tome cartas en el asunto para evitar que los gobernadores pillos se enriquezcan a costa de las arcas públicas.
En el ex gobernador Granier está la oportunidad para iniciar una campaña contra los políticos corruptos, no importa que se trate de los denominados “virreyes”, por el poder y su riqueza.