Un disminuido Ebrard
¬ Juan Manuel Magaña lunes 22, Jul 2013Política Spot
Juan Manuel Magaña
Marcelo Ebrard anunció su regreso a la política y a Twitter, para decirnos que trae ganas de ser el candidato presidencial de la izquierda en 2018. ¿Será?
La reconstrucción de su carrera política pasa por la creación de su propia tribu denominada Movimiento Progresista, para desde ahí tratar de hacerse cargo de la dirigencia nacional del PRD y posteriormente impulsar su candidatura.
Como busca un brillo inmediato, Marcelo lanzó vía Twitter una interesante convocatoria que puede ser muy popular: “Proponemos referéndum sobre energía, ya previsto en la Constitución”.
Según él, el PRD buscará a través de la “razón” y el diálogo detener la privatización de Pemex. Pero en esta jugada tiene el problema de que el líder natural de la resistencia a eso que llaman privatización, se llama Andrés Manuel López Obrador.
Ebrard es un hombre de claroscuros. Hizo un gobierno aceptable, pero no modificó la corrupción con que a diario se aceita la inmensa maquinaria gubernamental del DF. Al final de su sexenio fue desdibujando su perfil con el jueguito que se trajo de negarle al principio el saludo a Felipe Calderón, por “espurio”, para al final pasear con éste en la inauguración de la Línea Dorada del Metro.
También dejó un mal sabor de boca el hecho de que haya autorizado la instalación de la estatua del ex presidente de Azerbaiyán, Geidar Aliyev, en un parque ubicado en Paseo de la Reforma, a cambio de 5 millones de dólares para obra pública. El tipo homenajeado era un represor de opositores y la estatua levantó una fuerte polémica citadina durante meses. Esa clase de fallas son impensables en un buen líder.
Ya el Movimiento Progresista fue usado por Ebrard para impulsar su precandidatura presidencial en el 2012. Pero no le alcanzó para ganarle la carrera a “El Peje”, quien sobó el descalabro, permitiendo que políticamente en la ciudad Ebrard hiciera su voluntad. Que tampoco fue mucha, porque Miguel Ángel Mancera resultó ser el nuevo jefe de gobierno y no Mario Delgado, senador y ex secretario de Educación del DF, que era el favorito de Marcelo.
De hecho, Ebrard vio decrecer su imagen apenas dejó el gobierno. No es lo mismo estar en la palestra y contar con presupuesto, que no estar. Su resurgimiento político fue recibido en los medios como una noticia secundaria. Habrá que ver cómo le va una vez que recorra el país, a la zaga de su gran rival “El Peje”, que ya casi cuenta con partido propio.
Las relaciones de Ebrard, por lo menos las exhibidas durante el relanzamiento de su Movimiento Progresista, reflejan debilidad. Sólo estuvieron los de siempre en su tribu, por supuesto el senador Manuel Camacho Solís, su maestro.
Fueron José Ángel Ávila, ex secretario de Gobierno del DF y actual diputado; Armando Quintero, ex secretario de Transporte y Vialidad, que lo apoyó en 2012; René Cervera, que preside la Fundación Equidad y Progreso, base para el Movimiento Progresista, y que es su ideólogo de cabecera; su amiga, la doctora Alejandra Moreron Toscano, autoridad del Centro Histórico, y hasta Esther Orozco, la rectora defenestrada de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México. Es decir, gente que no ha trascendido al ámbito nacional.
Porque no le quedaba de otra, acudió Jesús Zambrano, dirigente del PRD, con quien se dio un agarrón hace apenas unas semanas por el tema petrolero. No estuvo Cuauhtémoc Cárdenas y no asistió Mancera, que prefiere jugar béisbol con Andrés Manuel. Mancera sólo se limitó a felicitar vía Twitter a su antecesor. Pero “El Peje” ni eso. Difícil y largo va a ser el camino.