Desvío de recompensas
Augusto Corro jueves 12, Sep 2013Punto por punto
Augusto Corro
No es agradable para la sociedad civil suplir los trabajos de la policía, salvo que se pague por los servicios. Tal es el asunto de las recompensas o retribuciones económicas que ofrecen las autoridades para capturar a los delincuentes.
En el sexenio pasado se estableció el pago de recompensas, como en el oeste, para aquél que ofreciera pistas o datos que condujeran al criminal.
Se hablaba de millones de pesos pagados a aquellos que se animaban a denunciar a los capos.
El manejo de esas sumas millonarias se hacía de manera privada. No se supo de malos manejos en las recompensas. Todo quedaba en el pequeño grupo de funcionarios encargados de esa responsabilidad.
Nos referimos a los estímulos que se manejaban en la Procuraduría General de la República (PGR), en los últimos años del sexenio calderonista. Temporada en que todo lo que se trataba en esa institución olía a podrido.
Pues resulta que la mencionada dependencia investiga a su ex titular Marisela Morales, recién nombrada cónsul de México en Milán, Italia, por presuntos desvíos en el cobro de recompensas.
El procurador Jesús Murillo Karam así lo informó durante su estancia en Washington.
Añadió que se investiga también a los ex colaboradores de la ex procuradora también por el mismo problema: posibles irregularidades en el cobo de recompensas por la captura de capos del crimen organizado.
Dijo Murillo Karam que Mariana Benítez, la actual subprocuradora jurídica y de Asuntos Internacionales de dicha dependencia, halló “por casualidad” un pago no emitido en una recompensa.
Es decir, se considera, extraoficialmente, que Marisela y su equipo de funcionarios cercanos se despacharon con la cuchara grande en el cobro o pago de recompensas. El tema, claro, es complejo y tendrá que investigarse a fondo.
Desde cualquier punto de vista es reprobable la conducta de la ex funcionaria y sus cuates, quienes al amparo del poder desviaron el dinero con el que se pagarían los servicios de particulares.
De por sí, la PGR estuvo en el ojo del huracán por la manera tan parcial como fue manejada durante el sexenio de Calderón, pues se convirtió de una instancia de procuración de justicia, en una oficina para ejecutar venganzas o torcer la ley.
Por ejemplo, los testigos protegidos jugaron un papel importante en el manejo de la justicia. ¿Cuántos inocentes fueron víctimas de esos sujetos que los acusaban de delitos de nunca cometieron? ¿Y que me dicen del arraigo? Para no ir tan lejos, ahí están los casos de los generales que fueron a prisión por los testimonios falsos de los testigos mencionados. Los primeros, luego de pasar un buen tiempo en la cárcel ahora se encuentran libres como debía ser.
La historia negra de la PGR durante el calderonato tendría que investigarse detenidamente, porque sus funcionarios cercanos amparados en el poder, no se limitaron en sus actuaciones abusivas.
El asunto de las recompensas podría ser el inicio, el hilo de una de las madejas, para conocer qué fue lo sucedido en el sexenato de Calderón. Sus seis años de mandato representaron para México tiempos de sangre, terror y dolor, debido a su fallida guerra contra la delincuencia organizada. De estos temas tendrá que responder Calderón algún día.
Después de los casos escabrosos señalados, aparecerán las históricas truculentas de Genaro García Luna, el inepto titular de la SSP federal, cuyo trabajo al frente de esa secretaría solo sirvió para poner en entredicho a la justicia mexicana.
Así lo demostró el asunto de la francesa Florence Cassez, quien acusada como secuestradora, alcanzó la libertad gracias a los errores del citado García Luna. Además, la PGR se utilizó en diferentes casos como instrumento político. Hecho que causó un profundo desprestigio a la institución.
El procurador Murillo Karam se decidió a darle a la PGR el brillo que tuvo en otros tiempos. Ojalá lo logre.