Para ex presidentes, befa y desprecio
¬ Juan Manuel Magaña jueves 13, Feb 2014Política Spot
Juan Manuel Magaña
Como si nos hiciera falta que los ex presidentes hablaran. Y como de todos modos lo hacen, sus palabras dan flojera y grima, por decir lo menos.
Ahí está Carlos Salinas, que se deja entrevistar en sus términos, sólo para decir una sarta de necedades y exhibir sus obsesiones.
La primera de éstas, pretender cambiar la historia de su sexenio, que comenzó con fraude electoral y terminó ensangrentado, sumido en corrupción y ruina económica.
¿Qué puede decir? Igual que los otros, puras falacias. Y entre éstas, exhibir sólo un ego neroniano y sus fobias.
Dos de ellas: Ernesto Zedillo y Manuel Camacho Solís. Nada nuevo. Qué aburrido y qué chocante, si no fuera porque generalmente le resulta contraproducente sacar la cabeza, en virtud de las fuertes críticas que recibe.
El propio Camacho lo pone en su lugar. Lo acusó de amnésico a conveniencia. Le recordó que en su momento él le denunció hechos graves de corrupción que no fueron atendidos, como el caso de su hermano Raúl; después “todos conocimos” los hechos, agregó.
Y uno recuerda que, además de Camacho, hay testimonios relevantes sobre la corrupción de los Salinas: el del ex presidente Miguel de la Madrid y el del ahora presidente de la Bolsa Mexicana de Valores, Luis Téllez.
Así hayan tenido que desdecirse después.
Camacho critica la soberbia de Carlos Salinas, no obstante “las dificultades de la elección de 1988”. Le recuerda que la reforma política de 1994 “no fue una decisión por él prevista”, con la cual suele adornarse. Le pregunta: “¿Por qué no la hizo antes? ¿Por qué después de 1988 nunca aceptó pactar la transición con Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, quien encabezaba la inconformidad?”.
Camacho le aclara que fue corresponsable de la crisis de 1994. “Por mucho que se puedan criticar los errores de diciembre, que los hubo, no se puede ocultar que el alza en las tasas de interés en EU provocó salidas de capital o que el crecimiento desproporcionado de los Tesobonos (obligaciones de corto plazo en dólares) y el hecho de que el nuevo gobierno recibió unas reservas que se habían reducido a la mitad, hacían probable un aterrizaje forzoso. En todo caso, la responsabilidad fue compartida”.
La otra soberbia que observa Camacho: “Pensará Carlos Salinas de Gortari que si entonces no le funcionó ser el jefe máximo (callista) para con los siguientes presidentes, ahora le conviene dar la impresión de que él es el jefe. ¿Lo es?”.
Otros políticos que leyeron la entrevista con Carlos Salinas, consideran con bastante razón irrelevantes la palabras de éste, y a él un megalómano. El senador perredista Miguel Barbosa es más puntual: “Salinas es un personaje siniestro de la política mexicana”.
En fin, la respuesta de Camacho hace ver cómo Salinas se presenta falsamente como el gran reformador. Y el recordatorio más contundente que le hace es que él, Camacho, sí puede caminar tranquilo por las calles y defender lo que piensa. Obviamente Salinas no.
¿Podría decir el ex presidente que le fue bien después de la entrevista? No lo creo, si cuando quiere salir del basurero de la historia no falta quién lo vuelva a jalar.
Y que se vea en ese espejo el otro que dizque quiere regresar. ¿Cómo querrá Felipe Calderón ser aceptado, si nunca dejó de ser espurio, con el fracaso de una guerra, su rampante corrupción y con cien mil muertos en las calles? Éste está más cañón.