Segunda vuelta electoral, anhelo del PAN
Sin categoría martes 20, Sep 2016Como veo, doy
Jorg Palacios
- La figura genera legitimidad, pero también continuidad
- Sistema caro y oneroso
De unas semanas a la fecha, en el ámbito político y el académico, hemos escuchado que hay un interés por querer instaurar en México la figura electoral de la “segunda vuelta”. El ex consejero presidente del extinto Instituto Federal Electoral (IFE), José Woldenberg, durante la reunión plenaria de los diputados del grupo parlamentario del PRI, habló del tema y recomendó al tricolor admitir la segunda vuelta electoral, al considerar que aunque “no es una varita mágica y no lo resuelve, sí es una fórmula para evitar que nadie llegue al Poder Ejecutivo, al nacional o en los estados, con más rechazo que apoyo”.
Pero ¿qué significa segunda vuelta? De acuerdo a la definición dada por el Diccionario Larousse, balotaje es el término para designar la segunda votación que en algunos países se da al no haber obtenido ningún candidato el mínimo de votos, es decir, más del 50% de la votación total. Entonces, si ninguno de los dos contendientes alcanzase esa mayoría absoluta en la primera vuelta electoral, deberá verificarse una segunda votación entre los dos candidatos que hubieran obtenido la mayor cantidad de votos, procedimiento que obliga a la realización de acuerdos y alianzas políticas para poder acceder al poder.
Es precisamente en esa fórmula en la que el académico Woldenberg ha venido insistiendo en los últimos días y la propuesta no parece mala, si de antemano consideramos que hoy las encuestas y estudios de opinión señalan que para la elección por la Presidencia en 2018, en nuestro país se pudiera dar una votación cerrada repartida en tres tercios, donde ninguno de los tres candidatos más fuertes sumaría más del 50 por ciento de los votos e incluso podría ganar la elección con una votación total que apenas se ubicaría entre los 25 y 30 puntos porcentuales del total de sufragios.
En esa hipótesis, estudiosos en la materia opinan que un mandatario, nacional o estatal, con ese porcentaje de votos no sólo carecería de legitimidad, sino que tendría problemas para gobernar y los partidos perdedores serían un factor constante de presión que con el tiempo generarían conflictos sociales e inestabilidad política.
Tal vez por ello, el participar como ponente en la reunión plenaria de los diputados federales priístas, Woldenberg lanzó la pregunta: “¿Qué es lo que justifica, desde mi punto de vista, la posibilidad de una segunda vuelta? Y se respondió: “Que quien llegue a la Presidencia de la República no llegue con más rechazos que apoyos, y eso es lo que sí resuelve la segunda vuelta”.
Tal vez por ello, también el grupo parlamentario del PAN no ha quitado el dedo en el renglón y, ante un escenario dividido y muy cerrado a la hora de contar los votos de la contienda presidencial que se avecina, desde ahora anticipan dificultad para ser gobierno en caso de salir ganadores, por lo que en su agenda legislativa han puesto como prioridad presentar una reforma política que contemple la segunda vuelta electoral.
En realidad, el tema no es nuevo, como tampoco es novedad que sea el PAN quien insista en el punto. Primero fue Vicente Fox, cuando era gobernador en Guanajuato, luego Felipe Calderón Hinojosa cuando era el dirigente nacional del PAN, posteriormente, al final de su mandato, Felipe Calderón volvió a insistir en esa idea.
Más recientemente, el senador Ernesto Cordero, a nombre de su partido el PAN, en un marco de trabajo paralelo a los trabajos del Pacto por México, planteó que era el momento de impulsar la segunda vuelta electoral para elecciones presidenciales y de gobernadores. Hoy los del blanquiazul han desempolvado ese expediente para impulsar que en el Congreso de la Unión se legisle al respecto y, de esa manera, en nuestro país se instaure esa figura jurídica.
En su propuesta, José Woldenberg matiza un poco el tema y dice que para el caso mexicano la segunda vuelta puede ser un precepto jurídico que desde ahora quede plasmado en la Constitución de la Ciudad de México, ya que de esa manera nadie ocuparía la Jefatura de Gobierno y las alcaldías sin haber pasado por una decisión que no solo mida afectos, sino también rechazos. Agrega que en el caso de México se podrían introducir algunas salvedades. Por ejemplo, si un candidato obtiene el 40 por ciento o más de los votos, el resultado sería una diferencia de más de 10 por ciento sobre el segundo lugar, lo cual para esos casos no sería necesaria una segunda vuelta.
VA MI RESTO.- Estudiosos del tema han opinado que con la figura de la segunda vuelta electoral han sido constantes los casos de presidentes con artificiosa mayoría y legitimidad lograda bajo ese sistema, con mayorías en el Congreso que no son las de sus partidos y que en algunos países en los que existe este sistema electoral, como Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Costa Rica, Chile y Perú, los ciudadanos aprovechan la primera vuelta para emitir votos de castigo contra el partido en el gobierno y sin embargo en la segunda los votos se vuelven de continuidad.
Otras opiniones circulan en el sentido de que la instrumentación de este sistema en México tendría un gasto oneroso e innecesario, y aunque el tema ya está en el escenario político hay quienes dan por hecho que otra vez el PAN se quedará solo en este debate, y hasta ahí, porque como veo, doy.