El futuro dará la razón
¬ Edgar Gómez Flores martes 24, Mar 2020Con mi mano izquierda…
Edgar Gómez Flores
La sociedad mundial se encuentra en una disyuntiva. Ha sido engañada históricamente por los poderosos, políticos y económicos. Se han inventado guerras con fines económicos, se han utilizado vidas humanas para probar medicamentos sin el consentimiento de las personas. Por esto, no es difícil dar vuelta a nuestra imaginación. En plena pandemia y confinamiento social, en prácticamente todo el mundo, relacionado con el Covid-19, las redes sociales se han cargado de información basada en relatos conspiracionistas. En México, estos relatos, adicionales a esta corriente, se han cargado de información política. “Los ultraderechistas y conservadores quieren desestabilizar la Cuarta Transformación”, ha mencionado el presidente Andrés Manuel López Obrador, en México, y de ahí se ha desatado una guerra mediática sobre un hecho científico.
Salir o no a la calle, en pleno inicio de la tendencia exponencial de contagio del coronavirus, tiene, en nuestro país, una carga ideológica política. Los conservadores se resguardan en sus casas con sus familias, mientras que los liberales caminan por las calles de las ciudades mexicanas sin riesgo alguno; como si la legitimidad social de su pensamiento y de la ideología que apoyan les dieran un halo protector.
Esto me recuerda a las memorias de Ernesto Guevara, “mejor conocido como El Che” (para recordar el título de la biografía escrita por Paco Ignacio Taibo II); cuando éste trataba de iniciar la guerrilla en África y describía que los soldados a su cargo realizaban algunos rituales previos a la batalla y con éstos creían que las balas no los atravezarían. Así, perdió a muchos hombres y algunas batallas. Creo, que la izquierda mexicana, la cual tiene conexiones sentimentales con el guerrillero argentino, debería tomar esta anécdota con relación a lo que estamos viviendo en estos días. Hasta los doctores comunistas chinos y cubanos se encuentran, actualmente, en el norte de Italia tratando de apoyar al servicio médico de aquel país.
La teoría de la conspiración mantiene un juego perverso, da todas las explicaciones requeridas. Podemos hablar, sobre el Covid-19, de una conspiración de China y Rusia sobre Occidente o, por el contrario, podemos señalar que dicha conspiración se planeó desde Estados Unidos de América y Occidente hacia las economías asiáticas. Este pensamiento conspiracionista que, en un inicio, buscaba encontrar una salida racional a problemas irracionales, ahora, ha encontrado un nicho de mercado parecido a los sistemas totalitarios (los religiosos principalmente). Dan explicación a toda duda humana. Sin embargo, cuando estos análisis no pasan de una comida familiar o un café entre amigos, no se genera riesgo alguno. El problema es cuando este análisis aborda a tomadores de decisiones; como funcionarios de los gobiernos o empresas que tienen que decidir cuándo parar actividades, cuándo cerrar fronteras o cuándo limitar el libre tránsito dentro de un mismo país. El mundo no será el mismo después de la pandemia. Aun cuando el número de infecciones, muertes y daños futuros en la salud de las personas sea irrelevante numéricamente (comparado con la población mundial que asciende a 7,500 millones de personas) nos habremos dado cuenta que los sistemas de salud de los estados nación son limitados y que el mundo rompe su globalización en la adversidad.
El futuro nos dirá quién tiene la razón y de qué grado es la conspiración. Sin embargo, el daño más grande será la desconfianza que se genere entre la población. Además, cuando el virus nos abandone o sea controlado por nuestro sistema inmunológico, nos quedará el cambio climático y de nuevos las discusiones sobre las causas antropogénicas o no de este fenómeno. Y los conspiracionistas tocarán a nuestra puerta, para darnos una nueva explicación sobre la causa, el efecto y la solución de los sucedido. Mientras, en nuestro país, seguirá la cantaleta del pasado neoliberal como causa única de nuestros males.