El valor de Ovidio
Freddy Sánchez martes 10, Ene 2023Precios y desprecios
Freddy Sánchez
A estas horas se sigue especulando sobre el costo de la captura de Ovidio con dos hipótesis al respecto: Una, en el sentido de que valió la pena y la otra acerca de que se trató de una imperdonable pérdida de vidas humanas.
Porque los críticos afirman que las bajas de la policía, el Ejército y los delincuentes, en días recientes o hace meses pudieron ser más o menos, pero son igualmente deplorables.
Aunque por otra parte, los hechos dejaron en claro que la política de los “abrazos, no balazos” para hacer frente a la gran capacidad de fuego de las organizaciones criminales, es una premisa que carece de efectividad al mismo tiempo de ser la gran falla no confesa del régimen en curso.
Porque, es más que evidente que en la lucha contra los cárteles, hoy imperantes en el país, no sólo es preciso echar mano de armas de fuego y estar dispuestos a usarlas con las consecuencias inevitables que ello implique, sino lo que es más indispensable es tener mayor “inteligencia” y capacidad operativa que los grupos delictivos que están armados “hasta los dientes” y prestos a “vender cara su captura”.
En ese tenor, queda la duda de si los resultados del operativo que permitió la aprehensión de Ovidio Guzmán pudieron ser menos sangrientos de lo que fueron, al haber causado la muerte de un alto número de representantes de la autoridad y de los criminales.
Se ha considerado oficialmente como un mérito para las fuerzas del orden no haber propiciado la muerte de civiles en el operativo, pero los que no comparten ese parecer advierten que bien podría decirse en el mismo sentido que los hampones obraron con humanidad al no disparar contra personas ajenas a sus actividades.
La cuestión es que dígase lo que se diga hubo un desaforado uso de fuego en el toma y daca entre las fuerzas del orden y los integrantes del Cártel de Sinaloa o del Pacifico (según sea quien haga referencia a estos grupos del crimen organizado), que provocaron la muerte de algunos de los confrontados y terror entre la población civil, que durante muchas horas vio interrumpidas sus actividades sintiéndose a merced del intercambio de metralla prácticamente a las puertas de sus casas.
Así que una vez que este clima de violencia perdió su intensidad comenzaron las evaluaciones respecto al desempeño institucional en la lucha contra la delincuencia armada y violenta que mantiene bajo su dominio diversas poblaciones en el país.
En ese sentido hay puntos de vista a favor y otros en contra.
Lo cierto e inobjetable es que lo de Ovidio fue una demostración gubernamental de que cuando se toma una decisión para ir en contra de algún “cabecilla” del crimen organizado, el operativo necesario para conseguirlo se puede realizar a pesar de los riesgos de que se rompa la tranquilidad en aquellos lugares donde los líderes de los cárteles suelen vivir como “dueños de vida y haciendas” sin que los representantes de la ley se animen a capturarlos al costo que sea.
Cabe señalar al respecto que las autoridades en el sexenio que corre se han inclinado por usar la fuerza solamente en muy contados casos, a diferencia de lo que sucedía en anteriores administraciones, en las que el uso de poder de fuego del gobierno fue recurrente y dio lugar a un sinnúmero de confrontaciones sangrientas.
Así y todo, las organizaciones criminales no dejaron de operar en México ante el embate institucional para aprender a varios de sus dirigentes, dándose entonces un cambio de estrategia en la lucha contra el crimen organizado. La política de “abrazos, no balazos”, que por lo observado recientemente y en distintos acontecimientos del pasado, tampoco ha sido lo eficaz que se quisiera en contra de la delincuencia violenta.
Así que lo conducente será corregir los errores en la estrategia anticriminal del gobierno de Andrés Manuel a fin de darle mayor efectividad a la persecución de criminales de la estatura y el valor de Ovidio.