No es crimen de Estado
¬ Alejo Sánchez Cano lunes 17, Nov 2014Como veo, doy
Alejo Sánchez Cano
Vaya sarta de mentiras que los violentos siguen profiriendo a nombre de los normalistas de Ayotzinapa, quienes desde hace 52 días permanecen en estado jurídico de desaparición y por ese motivo los buscapleitos de siempre, los que no reconocen sus derrotas en las urnas, los que no reconocen a nadie en el marco de la legalidad, los que buscan pretextos para intentar copiar esquemas políticos como el de Venezuela, los que agreden y roban a pequeños comerciantes y tiendas de autoservicio a nombre de la justica y la libertad, todos ellos se han reunido con un sólo objetivo: desestabilizar al país.
Y así, en ese delirante objetivo, a desmanes como la quema de edificios públicos y el bloqueo de carreteras, los violentos han agregado a su lista de mentiras el argumento de que lo sucedido con los normalistas de Ayotzinapa ha sido un crimen de Estado.
Ahora resulta, los violentos excusan y protegen a los violentos, porque para todos, o al menos para los que actuamos en nuestro sano juicio y hacemos uso de la razón, nos queda claro que en la desaparición de los muchachos hubo colusión entre grupos del crimen organizado y algunas autoridades locales de Iguala, Guerrero, y tal vez también a nivel estatal, pero de eso a que en esta acción no hubo un crimen.
Entonces señores, no nos equivoquemos o al menos no dejemos que los violentos nos quieran confundir o desviar nuestra exigencia principal que es la justicia para las familias de los normalistas de Ayotzinapa, y en esta demanda insistiremos en que las autoridades apliquen todo el peso de la ley a los violentos, lo mismo para los que están directamente relacionados en la desaparición de los jóvenes que para quienes indirectamente protegen a los violentos, o sea, también para quienes mienten y utilizan este asunto con fines políticos.
Y si hay alguna duda, vayamos a algunas características que configuran el delito de crimen de Estado, según algunos criterios emitidos por la Corte Penal Internacional y la Corte Interamericana de Derechos Humanos, para que los violentos no nos vengan con el sambenito de siempre: la descalificación.
Y que conste que en esta disertación no pretendemos minimizar lo sucedido en Ayotzinapa, no, pero si pretendemos dar claridad a los conceptos que los violentos utilizan a nombre de.
Los crímenes de Estado son de destrucción masiva e indiscriminada y generalmente van acompañados de un discurso justificatorio que “legitima” su comisión y además se niega a la víctima como tales, es decir, a éstas se les da un calificativo de terroristas, agresores, criminales, traidores a la patria e indeseables. Además, en los crímenes de Estado están involucrados por acción u omisión todas las ramas y órdenes de gobierno.
Ya delimitada la definición de crimen de Estado, nos damos cuenta que en el caso de Ayotzinapa el gobierno federal no ha buscado justificar la masacre; tampoco ha negado a las víctimas y mucho menos ha insinuado la vinculación de estos jóvenes con el crimen organizado, la guerrilla o grupos terroristas; y menos aún no hay elemento alguno para pensar que el gobierno mexicano haya dado la orden de exterminar a los normalistas. Entonces por definición jurídica no hay crimen de Estado, pero lo que si hay es un discurso engañador de los violentos, porque el engaño y la violencia es el recurso de supervivencia de éstos. Así de simple.
PASO SIN VER.- Es lamentable que por los hechos ocurridos en Iguala, Guerrero, las últimas semanas el nombre de esa entidad siga en los principales espacios noticiosos por la ola de violencia que los violentos han desatado a nombre de los jóvenes desaparecidos de Ayotzinapa y no por el destino turístico que esta entidad representa tanto a nivel nacional como a nivel internacional.
Todo ello, cuando la entidad daba signos de recuperación ante los destrozos que la madre naturaleza les propinó en septiembre del año pasado, en 2013, cuando los huracanes “Manuel” e “Ingrid” alinearon su trayectoria y pasaron casi al mismo tiempo sobre diversas poblaciones guerrerenses dejando destrucción y muerte.
No obstante ello, hay muestras sólidas en el sentido de que sociedad y gobierno siguen adelante en sus esfuerzos para devolverle a Guerrero no sólo su calidad de atractivo turístico sino un mejor desarrollo e integral a la entidad.
Después de los huracanes vino la reconstrucción y todo un plan integral conocido como “Nuevo Guerrero”. Ojalá que las acciones no se detengan ante los actos vandálicos de unos cuantos, porque ellos no son Guerrero, y porque a los guerrerenses los une el espíritu de paz y porque con ese símbolo quieren seguir adelante en su desarrollo, con mejores oportunidades de vida y un mejor futuro para sus hijos.
Con esa idea progresista, la mayoría de los guerrerenses dicen que “Guerrero vive y la lucha sigue”.
VA MI RESTO.- ¿Qué más quieren los violentos? Es una pregunta que recorre gran parte del territorio guerrerense y los pobladores se responden con tristeza: ya nos saquearon nuestros comercios; ya destruyeron varios edificios públicos; ya ahuyentaron el turismo nacional hacia las playas de Acapulco, en el llamado puente largo con motivo del 20 de noviembre. Tienen razón los guerrerenses, a los violentos los califican como locos pero el término me parece poco para éstos descerebrados. Y hasta ahí porque como veo, doy.