Los tránsfugas de los partidos
Luis Ángel García viernes 29, Sep 2023Por la Derecha..!
Luis Ángel García
Una de las peores degradaciones de nuestro sistema pluripartidista son los chapulines o trapecistas que brincan o saltan de un partido a otro sin importar ideologías sino la posibilidad de obtener un hueso o jugosas remuneraciones poco confesables. Políticos, legisladores y hasta ediles o gobernadores llegan a un cargo de elección popular por una organización y cambian de bancada o de plano se van a otro instituto cuando ya no les es útil su plataforma de origen.
Estos tránsfugas generalmente son del PRI, cuna de muchos de los perredistas o morenos que hoy se sienten ideólogos o tocados por la divinidad de la 4T, aunque también hay desertores del blanquiazul y hasta quienes se han puesto cuatro camisetas. Los mercenarios o mercantilistas también militan en otra deformación del sistema político, los partidos rémora o bisagra, que se prostituyen al mejor postor, venden su voto y no representan corrientes ideológicas sino posibilidades de servir al patrón en turno, como son el PVEM o el PT, apéndices -ahora-, de la 4T, pero que antes estuvieron al servicio de otras causas.
También el ánimo de los políticos influye en sus deseos de abandonar el barco cuando no son favorecidos como candidatos o designados en algún puesto en el servicio público. Así, los saltimbanquis perjudican la democracia del país y muestran la debilidad humana. Tal es el caso del senador Jorge Carlos Ramírez Marín, quien emigró al impresentable Verde Ecologista para aspirar a la gubernatura de Yucatán ante la imposibilidad de hacerlo desde el tricolor. Pero no reconocen su avaricia de poder, su egolatría, siempre anteponen los intereses de la nación, ya que, según ellos, no hacen alianzas con la derecha; como si realmente les interesara la ideología. Hace mucho que políticos y partidos han dejado de representar posiciones ideológicas.
Traiciones siempre se han dado en el PRI, desde el Obregonismo hasta el Henriquismo, de Hugo Cervantes del Río a Manuel Camacho Solís por no ser escogidos como candidatos oficiales a la Presidencia. Y de ahí para abajo, cuando no cuentan con la simpatía del poder presidencial emigran y buscan boicotear a sus ex patrones, seguros de que fueron traicionados y ser merecedores del favor del Tlatoani en turno.
Por eso ya no extraña la postura del yucateco, quien con cinismo, negó su intención cuando se tomó, sin rubor, la foto del recuerdo con la “corcholata” mayor y habló de cortesía política, hombre sin ética ni principios.
Los tránsfugas también han distorsionado las prácticas parlamentarias y dado la espalda al voto ciudadano, quien se ha negado a dar la mayoría calificada en el Congreso a los gobiernos en turno, para evitar que las reformas constitucionales queden al capricho de los presidentes. Pero todo se paga en esta vida, como la rechifla que recibieron los ex priistas en Sinaloa en un mitin de apoyo a la ex jefa de Gobierno; rechazo de los propios simpatizantes de la 4T.
Las acciones de traición no sólo son al instituto político, sino al electorado mismo, quien creyó en un proyecto de gobierno que proponen los partidos y aceptan los candidatos. Cambiar de camiseta sólo habla de los intereses mezquinos de politiquillos —que únicamente velan por sus intereses muy personales—, a los que poco importa la solución de los grandes problemas nacionales.
Con la salida de estos parásitos, gana el ciudadano que, aunque sea tarde, reconoce a los farsantes que traicionan su confianza. No son los partidos malos per se, sino los mercenarios enquistados en ellos. En las próximas elecciones no nos dejemos engañar por el canto de las sirenas.