¿Cumplirá Encinas?
Ramón Zurita Sahagún miércoles 20, Jul 2011De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
En los próximos días se sabrá si Alejandro Encinas Rodríguez cumple con su palabra de impugnar los resultados electorales y efectuar las protestas anunciadas. De hacerlo, se regresaría a la época en que el país vivía en medio de protestas y plantones ocasionados por la negativa de los partidos políticos, especialmente los de izquierda, a reconocer los resultados expresados en las urnas.
El ejercicio podría ser un anticipo de lo que pudiera desencadenarse en los primeros días de julio, si es que el resultado de los comicios presidenciales no satisface a los partidos perdedores.
La última o más reciente gran protesta por el rechazo a los resultados de unas votaciones fue el de 2006, cuando seguidores de Andrés Manuel López Obrador y militantes de los partidos del Trabajo, de la Revolución Democrática y Convergencia, tomaron Paseo de la Reforma como medio de protesta contra lo que consideraron fraude electoral.
Fueron varias semanas las que se mantuvieron en las calles de la ciudad de México, además de sitiar los centros de cómputo y las oficinas distritales de la mayor parte del país.
Por fortuna, las cosas no pasaron a mayores y todo se redujo a una protesta pública y a denuncias y acusaciones sobre el eventual fraude electoral que permitió el triunfo de Felipe Calderón Hinojosa.
Sin embargo, no todo ha sido así. En alguna época, las protestas por los supuestos fraudes no fueron simplemente plantones, manifestaciones, toma de calles y denuncias.
Los procesos electorales de 1940-1946 (en menor medida) y de 1952, dejaron muertos y heridos, dentro del grupo de los seguidores de Juan Andrew Almazán, Ezequiel Padilla y Miguel Henríquez Guzmán, derrotados en las urnas por Manuel Ávila Camacho, Miguel Alemán Valdés y Adolfo Ruiz Cortines, todos ellos priístas.
En aquel entonces como sucede ahora con mucha frecuencia, los candidatos de la oposición habían desertado del PRI o sus antecedentes y fueron seguidos por miles de simpatizantes.
Desde entonces hasta la escisión de la Corriente Democrática, encabezada por Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo, los procesos electorales presidenciales, principalmente, se efectuaban sin grandes protestas.
Nadie quedó conforme con el resultado de los comicios de 1988, donde se volvió legendaria la caída del sistema y Carlos Salinas de Gortari se impuso a Cárdenas Solórzano, generándose la primera ocasión en que el partido tricolor perdía senadurías y apenas rebasaba el 50 por ciento de la votación en las elecciones presidenciales.
Pero si la revuelta de ese año por las elecciones presidenciales no fue tan grande, el sexenio se significó por una serie de protestas a los resultados de diversos estados.
En Guanajuato, Michoacán y San Luis Potosí, las protestas por el resultado de la elección para gobernador que daba el triunfo a los priístas tuvieron eco, aunque no con los efectos deseados.
Guanajuato fue la cuna de lo que se dio en llamar concertacesión, que significaban acuerdos de la jerarquía tricolor con los otros partidos.
Ramón Aguirre Velázquez había sido declarado ganador de los comicios de 1991, pero el panista Vicente Fox Quesada y el perredista Porfirio Muñoz Ledo, lanzaron sendas denuncias de fraude que lograron que el priísta no tomara posesión y se entregara en forma interina el gobierno estatal a un panista, partido que había quedado en segundo lugar.
De esa forma, Carlos Medina Plascencia, que se había negado a participar en la contienda constitucional, resultó beneficiado con un interinato de cinco años.
Un año después, Eduardo Villaseñor ganó en las urnas al perredista Cristóbal Arias Solís, quien impugnó el resultado y acusó a los priístas de lo mismo que hoy hace Encinas Rodríguez, de maquinar un tremendo fraude electoral.
Nunca se pudo comprobar eso, pero la toma del Palacio de Gobierno motivó que el gobernador no pudiera tomar el control del estado, por lo que a los pocos días fue relevado y sustituido por un interino (Ausencio Chávez), ahora si priísta.
En San Luis Potosí se desarrollaba un escenario similar, con un Fausto Zapata Loredo impedido de entrar a Palacio de Gobierno, lo que intentó realizar por la fuerza y fue repelido, por lo que se decidió cortar por lo sano, darle licencia y meter un interino que fue Gonzalo Martínez Corbalá.
Guanajuato y Michoacán tuvieron largos interinatos y solamente la muerte de Villaseñor provocó que en el segundo de los estados se emitiera una convocatoria para elección extraordinaria. En Guanajuato dieron largas al asunto, aunque finalmente se hizo lo propio.
San Luis Potosí fue otro tipo de escenario, ya que al año y medio se celebraron comicios extraordinarios. En Michoacán y en San Luis Potosí el triunfo fue nuevamente para el priísmo en Guanajuato representó el ascenso de Vicente Fox Quesada.
En otros estados se intentó repetir la fórmula de las protestas tomando el Palacio de Gobierno, aunque no se obtuvieron los resultados esperados.
Por eso, habrá que esperar para conocer la reacción de Alejandro Encinas y si es capaz de cumplir con su oferta de realizar plantones y manifestaciones de protesta contra lo que él considera un fraude electoral que representó el triunfo de Eruviel Ávila Villegas por 40 puntos de diferencia.
MULTA EXTRAORDINARIA
Diez millones será la multa que se aplicará a la empresa OHL por no respetar las normas para la construcción del segundo piso en Periférico, que ocasionó un caos vehicular, debido al accidente de la caída de unas trabes.
El cierre de la principal vía de circulación de la ciudad de México molestó de gran forma al jefe de gobierno, porque golpea en su ego y en su popularidad, ahora que se encuentra en franca competencia con AMLO.
Valdría la pena saber cuánto será la multa que aplicará contra Manuel Mondragón, ya que diariamente sus esbirros cierran, sin razón, diversas arterias de la ciudad causando un tremendo caos y conflictos viales.