¡Santos diablos!
¬ Juan Manuel Magaña lunes 28, Abr 2014Política Spot
Juan Manuel Magaña
Como aprovechando el momento, por no decir que con centenario oportunismo, la Arquidiócesis de México aprovechó que Juan Pablo II fue convertido en santo para hablar del demonio de Marcial Maciel.
Me supongo que el asunto tiene su jiribilla.
En el semanario Desde la Fe, que en realidad ha sido la voz del cardenal Norberto Rivera Carrera, se asegura que el ahora santo Juan Pablo II “fue engañado” por el sacerdote pederasta Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo.
El texto tiene la firma “DLF Redacción”, es decir el sello de la casa. Y adivinaba que “este domingo que será canonizado el Papa Juan Pablo II podemos asegurar que muchos medios publicarán, como han estado haciendo, la foto en la que aparece el Papa, anciano, dando la bendición al padre Marcial Maciel. Esta evidente intención de desprestigiar al Papa amerita respuesta”.
Y parte de esa respuesta es: “Desde luego no cabe pensar que el Papa avalara la conducta inmoral de Maciel, no es cierto que sabiendo que éste era pederasta lo encubriera porque era su amigo.
Sucedió tristemente que Maciel lo engañó. Según consta por diversos testimonios, le juró que era inocente y el Papa le creyó”.
La otra parte dice: “¿Por qué le creyó? Porque como dice el dicho: ‘cree el león que todos son de su condición’, es decir, siendo el Papa polaco un hombre íntegro y veraz, creyó que también era íntegro y veraz el fundador de los Legionarios de Cristo. Así que cuando surgieron las acusaciones contra Maciel, y él personalmente le aseguró que las acusaciones eran falsas, le creyó”.
Luego el texto se pone algo medieval al señalar que “Juan Pablo II no pecó de ‘contubernio’ con un ‘monstruo’. Fue engañado, lamentablemente, por un enfermo mental. El diablo jugó aquí astutamente sus cartas para afectar la imagen de los legionarios (la mayoría de los cuales son verdaderos cristianos comprometidos) y, desde luego, la del Papa. Pero el mal no tiene la última palabra”.
Total que en la última parte del texto, el semanario sostiene que “nunca hubo complicidad ni oscuro acuerdo entre él (Maciel) y Juan Pablo II, que fue un hombre íntegro, honesto, que amaba a los niños y de ninguna manera se hubiera prestado para solapar los horrores cometidos contra éstos. De hecho él impuso normas muy estrictas para impedir que volvieran a suceder abusos, normas que luego continuaría y reforzaría su sucesor.
“El error del Papa fue haber creído, de buena fe, en quien no lo merecía. Y ¿quién no ha sido engañado alguna vez por alguien por quien hubiera metido las manos al fuego y que resultó no ser lo que parecía? El que nunca se haya equivocado, que arroje la primera piedra…”.
¡Ah,! pues aquí está la jiribilla. Si no nomás fue uno el “engañado” (que no encubridor). Lo que el texto quiere decir es que también Norberto Rivera Carrera fue llevado al baile por Marcial Maciel, del mismo modo que lo “engañaron” los otros curas pederastas mexicanos denunciados por sus víctimas.
El texto del semanario está escrito para que usted, o quien sea, nomás le cambie el nombre de Juan Pablo II por el del Norberto Rivera y ya está, he ahí la respuesta a todas aquellas críticas que, se anticipa, se dejarán venir o habrán de permanecer hacia su persona.
Mucho se ha hablado de que hay datos de sobra que apuntan a que tanto el pontífice polaco, ahora santo, como su sucesor en la silla papal, Joseph Ratzinger, contaron con elementos de juicio suficientes para conocer los crímenes de Marcial Maciel y haber actuado en consecuencia, en vez de condenar a Maciel a rezar de por vida padres nuestros… o de guardar silencio como hizo la Iglesia mexicana.