Cuarón: preguntas atendibles
¬ Juan Manuel Magaña martes 29, Abr 2014Política Spot
Juan Manuel Magaña
El cineasta Alfonso Cuarón publicó una carta dirigida a la presidencia del país, en la que plantea diez preguntas sobre la reforma energética.
En la página de internet diezpreguntas.com, Cuarón pide información sobre el “sentido y el alcance de la reforma”, de la que criticó -no puede decirse más que con justa razón- que el proceso legislativo haya sido pobre y carente de una discusión profunda.
El cineasta pone el dedo en la llaga cuando afirma que “la discusión de sus contenidos se dio en el contexto de una campaña propagandística que evadió el debate público”.
Alfonso Cuarón viene a ser en este momento una voz ciudadana de las más relevantes del país, dado la plataforma mediática que le proporciona el haber triunfado con todas las de la ley en los celebérrimos premios Oscar y Bafta a lo mejor de la cinematografía global.
Ha vivido mucho tiempo fuera del país, no respira por ninguna herida, carece su historial de activismo político. Simplemente tiene la comezón que mucha gente se rasca con el asunto energético, fundamentalmente petrolero.
Plantea él simplemente que no está informado, como muchos, porque el gobierno no ha compartido todavía elementos indispensables para entender el “alcance y el sentido de las reformas”.
Y tan está en lo cierto Cuarón, que apenas hace dos semanas el Instituto Federal de Acceso a la Información y Protección de Datos instruyó al gobierno a explicar eso de la baja de costos de luz y combustibles como resultado de lo reformado. En sus spots publicitarios, dice el IFAI, el gobierno federal afirma que con la reforma energética se reducirán los costos de la luz eléctrica y el gas, pero no ha dicho cómo.
Resulta que un ciudadano planteó esa y otras inquietudes a la Secretaría de Energía y recibió un respuesta insatisfactoria, por lo que aquél se apegó a la ley de transparencia y el IFAI apoyó su reclamo. La respuesta está en el aire.
Eso es precisamente lo que está en juego, la satisfacción de un derecho ciudadano a estar informado de los asuntos públicos de su país. Cuarón admite, como cualquier otro, que la reforma energética es la más profunda y trascendente que México ha tenido en décadas. “Simple y sencillamente se ha cambiado el paradigma del desarrollo nacional”, dice.
Y por ello, al igual que el otro ciudadano de a pie, Cuarón comienza por preguntar aquello que más comezón causa: “¿Cuándo bajarán los precios del gas, la gasolina, el combustóleo y la energía eléctrica? ¿Qué otros beneficios tangibles se esperan de la reforma? ¿Cuál es el cronograma de esos beneficios?”.
Esta primera inquietud trae consigo otras nueve, entre las que destacan: qué afectaciones específicas habrá al medio ambiente por las “prácticas de explotación masiva”; la posible corrupción en los contratos en materia energética; así como las medidas para evitar que “el proceso democrático del país quede atrapado por financiamientos ilícitos y otras presiones de los grades intereses”.
Hay otra pregunta sobre las herramientas del gobierno para evitar prácticas de depredación por parte de empresas privadas y cómo asegurar que la reforma incremente la productividad de Pemex. Y una crucial: ¿cómo se asegurará que las utilidades no se canalicen a la expansión de la burocracia, sino que lleguen al propietario original que es el pueblo mexicano?
Las preguntas de Cuarón son todas atendibles. Si se logran responder bien, se estará reponiendo parte de ese proceso legislativo que ya se dio, pero pobremente, y que dejó a muchos ciudadanos insatisfechos e inquietos.