Cárdenas y los rencores vivos
¬ Juan Manuel Magaña viernes 10, Oct 2014Política Spot
Juan Manuel Magaña
La agresión al ex candidato presidencial del PRD, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, no se justifica, no se aprueba, pero se comprende, es bastante lógica.
No deja de ser un hecho inaudito que el ingeniero Cárdenas fuese abucheado y agredido anteayer al final de la impresionante movilización social que exigió la presentación con vida de los 43 normalistas desaparecidos de Ayotzinapa. No deja de ser sorprendente que, como resultado de esa misma agresión, un hombre tan igualmente respetable y respetado como el historiador y profesor emérito de la Universidad Nacional Autónoma de México Adolfo Gilly fuese descalabrado.
Qué paradoja: el hombre que ha abanderado las mejores causas de este país y el intelectual que ayuda a comprender los complejos procesos revolucionarios que se expresan en México, resultaron defenestrados por parte de una multitud enardecida.
Fueron unas 30 personas las que lanzaron agua, piedras y hasta un tambo de plástico al ex candidato presidencial y de paso al historiador.
Hubo gritos de ‘‘¡cobarde!”, ‘‘¡traidor!’’ y ‘‘¡asesino!’’, en referencia a que es parte del partido, el PRD, que llevó a la gubernatura de Guerrero a Ángel Aguirre y que le endilgó a Iguala un alcalde como Abarca.
Y es aquí cuando hemos llegado al meollo del asunto.
Aunque colaboradores y amigos de Cárdenas Solórzano le formaron una bolsa de protección para sacarlo del lugar, los agresores le persiguieron durante varios minutos hasta orillarlo a salir de la Plaza de la Constitución, tomar la calle José María Pino Suárez para alcanzar la esquina con 20 de Noviembre, donde el chofer del ingeniero logró acercar el automóvil y sacarlo de ese sitio.
Y eso que desde el templete se exigía respeto para la figura del ex candidato presidencial.
Al final, el propio Cárdenas quiso zanjar el asunto diciendo que el incidente ‘‘no pasó a mayores”, aunque sí habló de “diferentes puntos de vista” y “faltas de coincidencia”. Hasta ahí, una salida del paso hasta con cierta elegancia.
Pero luego recargó: “no se puede coincidir en todo; es decir, no hay unanimidades… me parece que estos sectarismos, alimentados sin duda por distintas actitudes, es a lo que conducen. Lo importante es que aparezcan con vida los 43 desaparecidos’’.
Ayer argumentó que “cuando hay una convocatoria abierta a la sociedad, a la población, se tienen que manifestar las personas, pero también las instituciones. Quienes tienen representatividad institucional, yo creo que tenían la obligación de hacer presencia, no solo del PRD”.
Es aquí donde no parece asomar la comprensión ni la autocrítica en Cárdenas. En el fondo, la gente le reprocha su ceguera o disimulo frente a lo que el PRD ha traicionado desde que una fuerza tan corrupta como la de “Los Chuchos” se apoderó de ese partido.
Pero luego recargó: “no se puede coincidir en todo; es decir, no hay unanimidades… me parece que estos sectarismos, alimentados sin duda por distintas actitudes, es a lo que conducen. Lo importante es que aparezcan con vida los 43 desaparecidos’’.
Ahora es más que evidente cómo esa fuerza hegemónica del perredismo se ha vendido lo mismo que al poder que al narcotráfico. Y lo peor de todo es que hoy el precio de esa traición se paga en vidas.Debiera comprender eso el ingeniero, antes de culpar a sus propios molinos de viento del “sectarismo”. El hecho prueba que la gente, en estas horas difíciles que vive México, juzga y juzga duro. Y no será Cuauhtémoc el primero ni el último en vivir en carne propia este anticipo de lo que quizá está por venir.
Hizo bien Andrés Manuel López Obrador antenoche en escribir en su cuenta de Twitter: ‘‘Repruebo la agresión al ingeniero Cárdenas. Estamos tristes e indignados por los crímenes de los jóvenes, pero no admitimos la falta de respeto’’. Sin embargo, me temo que la vacuna tendrá un efecto muy limitado puesto que sobre de él está de nuevo en marcha una gran campaña de odio.
Para los conductores de televisión y también de radio, AMLO nomás se dedica a encabezar “violentos”, a “intolerantes”, a los “radicales” que amenazan a este país.