Kutná Hora, una visión distinta de la muerte en República Checa
José Antonio López Sosa jueves 2, Feb 2017Detrás del Poder
José Antonio López Sosa
Kutná Hora, República Checa.- A unos 92 kilómetros al oeste de Praga, yace esta pequeña ciudad de unos 20 mil habitantes donde la historia y la arquitectura llevan de la mano al visitante del siglo XIII a nuestros días entre una plaza y otra.
Además de los grandes templos como la catedral de Santa Bárbara, la capilla de Corpus Christi o el seminario jesuita, hay un templo en especial que al visitarlo nos deja ver la muerte desde un ángulo distinto, particularmente si nos referimos a ella como parte de la idiosincrasia en la sociedad mexicana.
La iglesia de Todos los Santos, se erigió como una capilla del monasterio cisterciense, para el siglo XI el abad luego de un viaje a tierra santa, esparció un puñado de tierra de aquellos lugares –de acuerdo a la leyenda- y ello hizo de este lugar, un cementerio muy demandado por tal hecho.
Ahí se apilaron por siglos las víctimas de las pestes, de las guerras husitas y ciudadanos que así lo querían, sumando miles de cadáveres y poniendo nuevos niveles al mismo para ampliar su capacidad.
Para fines del siglo XIX, se reconstruyó el templo y al cavar se encontraron con miles de osamentas, como una idea excéntrica, se adornó el altar y las paredes del templo con huesos humanos, limpios y apilados haciendo escudos, lámparas, altares y todo tipo de ornatos, volviendo este lugar en un osario único en su tipo.
Aquí surge la controversia, para algunos resulta sin sentido, para otros ello es rendir un honor a miles de muertes anónimas que ahora tienen a través de sus osamentas, un lugar en la historia de Europa central.
Sin lugar a duda estamos frente a una visión distinta de la muerte, quizá como arte o tal vez como ofrenda, pero lo cierto es que representa un respeto por quienes ahí descansan una vez que nos sacudimos de la doble moral que nos persigue en México con relación a la muerte: la celebramos mientras no la veamos, la hacemos júbilo mientras no toca a nuestra puerta con alguno de los nuestros, la vemos pero de lejos.
Este lugar es único e histórico, si nos quitamos la mirada del morbo y tratamos de ponernos desde la visión del aceptar la muerte como parte inherente a la vida, podemos comenzar a entender un poco el mensaje que quienes diseñaron este osario tratan de transmitir, no es casual ni ociosa su existencia, es como todos los templos conectados a la religión, una forma distinta de comunicar algo.
Aquí nace la duda, ¿qué nos trata de comunicar el osario en la iglesia de Todos los Santos?. Evidentemente pensar en aterrarnos correspondería a una corta y débil visión del mundo y de la vida.
Es tal vez este lugar uno que nos invita a ampliar nuestro panorama y a pensar y re pensar el factor de la muerte como parte de la vida, el vernos reflejados en el futuro o en nuestros antepasados.
¿Será que nos invade el miedo porque es eso, una osamenta, lo único que seremos a largo plazo?, sin importar lo mucho o poco, lo rico o pobre, lo letrado o ignorante. No lo sé, es una disyuntiva que nace en el mismo instante de estar frente a esas osamentas vueltas formas caprichosas.
Me convenzo que cada quién verá algo distinto, pero hay que visitar este lugar en Kutná Hora, República Checa, por lo menos una vez en la vida para analizarlo y tratar de comprenderlo.
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